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USA, Irak y la ONU: Chalaneo y alta política

El proyecto de resolución de Powell para que el Consejo de Seguridad extienda su manto azul sobre la intervención militar y la administración americana de Irak, bajo el cual, espera Washington, afluirán ayudas en soldados y medios económicos que aliviarán la carga americana, no ha hecho más que iniciar un proceso de regateo que se perfila largo y duro.

La primera redacción pide bendiciones y suelta a cambio poco control. Chirac y Schröder han vuelto a ir del brazo y se han mostrado dispuestos a la idea pero todavía les sabe a muy poco. Rusos y chinos se han apresurado a decir que entran en el juego, dependiendo de cómo sea la oferta. En este retorno al campo de batalla de las grandes operaciones diplomáticas que precedieron al estruendo de las bombas, Estados Unidos ya no puede hacerse ilusiones. No deberían producirse los errores de cálculo de la última temporada onusiana de otoño-invierno. Ha llegado la hora de Francia.

¡Espléndida ironía de la historia! Francia y sus coyunturales aliados antihegemónicos se enfrentaron a Estados Unidos porque temían que su éxito en las tierras mesopotámicas expandiría aún más su inmensa potencia. No consiguieron pararles los pies y he aquí que su fracaso de entonces parece tornarse en victoria ahora al resultar Irak un fardo que la hiperpotencia no parece dispuesta a llevar en solitario. Sin duda al socavar la legitimidad de la empresa pusieron su granito de arena y algo más para que las cosas no les salieran demasiado perfectas a los americanos.

Pero aunque media humanidad rinda culto, bien es verdad que desde fechas muy recientes, a las virtudes milagrosas de las Naciones Unidas, la cuestión es mucho más peliaguda de lo que pueda parecer. La idea de que Naciones Unidas como tales puedan protagonizar una eficaz lucha contra el terrorismo resulta fantástica. También lo es que Francia, Alemania, Rusia y China vayan a realizar contribuciones sustanciales al esfuerzo militar. Porque aunque sea con ellos con quienes Powell tiene que negociar, la resolución apunta a los grandes y baratos ejércitos de turcos, paquistaníes e indios y quizás después algunos árabes. Muchas dificultades y posiciones todavía muy distantes. La resolución representa un camino azaroso. Desde luego puede ser la oportunidad de cerrar filas frente a un problema que no deja de ser universal y restañar heridas. Pero encierra pocas perspectivas de solución y podría incluso ser contraproducente.

GEES: Grupo de Estudios Estratégicos.


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