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Encarna Jiménez

Crónicas del quirófano

Han vuelto las “Crónicas marcianas” con olor a cloroformo. Después de la despedida intempestiva de Javier Sardá antes del verano, nos ha sorprendido con una entrada en la que hay aroma de pacto con la empresa. Aunque es probable que el programa, que comienza su séptima temporada, vuelva por donde solía, es decir, a sus incursiones políticas y pornográficas en el sentido más amplio de la palabra, los temas más abundantes tienen que ver con el quirófano.

El primer día, Boris Izaguirre nos puso al tanto de las operaciones de liposucción a las que se ha sometido en el estío para arreglarse la cintura y el pecho. Como si se tratara de una sesión de “body-art”, el español venezolano nos dibujó sus reformas en un ejercicio de exhibicionismo medio artístico. La fiebre de la transformación no fue cosa sólo de Boris, sino que la encabezó el propio Sardá que, el día de su vuelta, se hizo afeitar en directo una canosa barba que lo convertía en un venerable señor. Una vez librado de la barba, su fisonomía anterior se recuperó como una prueba de que la misma persona que ha conseguido reinar en la programación de la noche durante tantas temporadas estaba volviendo a su aspecto habitual.

No contento con estas sesiones en las que la puesta en escena de la transfiguración de los cuerpos ocupó un espacio prioritario, al día siguiente llevó al plató a Raquel, la chica de “Gran Hermano” a la que le han tenido que reconstruir la cabeza después de un accidente de coche. Su novia Noemí no había salido tan mal parada, pero Raquel, que se hizo famosa por su verbo fácil y una gran desenvoltura al hablar de su lesbianismo, nos puso al tanto de ojos desplazados, placas de metal dentro de su cabeza y otros detalles de quirófano y estética.

Es muy probable que Javier Sardá esté calentando motores en el mes de septiembre antes de entrar en la dinámica de “Gran Hermano”, que vuelve esta semana de nuevo a Telecinco, pero no deja de ser significativo que “Crónicas marcianas” no haya empezado de manera tan agresiva la temporada y haya derivado a la tendencia hospitalaria. Lo más interesante de esa pasada por el quirófano que nos ha hecho Sardá es que han sido ellos los primeros en ponerse en cabeza del transformismo, mientras que el tema candente de la temporada, la Pantoja y sus líos, encuentra en Latre su imitador y crítico, que suele ser menos ofensivo que la pandilla de contertulios con Matamoros al frente.

Sardá se despidió a gritos y ha vuelto con algo de cloroformo aplicado por la empresa o propiciado por el propio Sardá, que no quiere sufrir un acelerón estos días que lo lleve al hospital.

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