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Encarna Jiménez

El mayor peligro

Los asuntos más graves de la televisión son, en estos momentos, la deuda imparable de TVE y la relación de los niños con la televisión, y los dos son de tal calibre que no parece que haya una solución, ni siquiera parcial, sino sólo componendas para ir saliendo del paso. El caso de los menores con la actual programación es mucho más sangrante, pero frente a ello sólo tenemos en perspectiva un nuevo foro de debate que la próxima semana propiciará la ATV (Academia de las Ciencias y las Artes de Televisión) bajo el título "Las perversiones del canguro catódico", y los gestos de buena voluntad de TVE para hacer una programación infantil que no inocule virus violentos o cuelgues extraños entre los niños.

La televisión pública, ya que pierde tanto dinero, tiene que justificar su existencia ofreciendo a los padres españoles una programación infantil que les dé cierta tranquilidad en cuanto a los contenidos. En este sentido ha habido varias iniciativas: En "La 2" todas las tardes se emite "Los Lunnis", con cinco horas diarias que proporcionan un canguro bastante inocente a la hora de la merienda. Valerio Lazarov ha vuelto con una segunda edición de "Pequeños grandes genios", un programa-concurso de cultura general que permite lucirse a los chicos estudiosos que funciona bastante bien en las noches del viernes. Presentado por un dinámico y algo histriónico Ángel Llácer, profesor de la Academia de "Operación Triunfo", tiene la virtud de promover el espíritu de superación mediante la cultura y resulta bastante entretenido para toda la familia. TVE también acaba de comprar los derechos de emisión de canal Disney con lo que llena la bodega de productos infantiles para cumplir, aunque sea de manera simbólica, su papel de servicio público.

Una propuesta más ambivalente es la promoción de una "Operación Triunfo" para pequeños, porque su carácter educativo resulta más dudoso, sobre todo viendo lo que "la fama" altera la psicología de los participantes y los aleja de los objetivos de formación.

Por otro lado, el foro de debate que presenta la ATV no deja de ser el enésimo esfuerzo para plantear los problemas de la televisión en la infancia sin que se vislumbre, sin embargo, ningún avance. De nuevo intervendrá Victoria Camps, que ya hace años planteó en el Parlamento un decálogo de buenas intenciones que se han dado de bruces con una realidad cada vez más preocupante. Los padres y profesores se pelean a diario con un monstruo que no se rinde. El 96 por ciento de los menores en nuestro país ve la televisión pasadas las diez de la noche y el número de acciones violentas que consumen a diario es de vértigo.

Con este panorama, más el de una programación de telebasura en la que abundan las referencias a drogas, sexo y violencia que tiene contagiada la pequeña pantalla de la mañana a la noche, el esfuerzo por sanear la oferta parece una labor de titanes que muchas veces hace que los educadores se sientan impotentes ante un invento de efectos perversos para la formación de las nuevas generaciones.

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