Menú
Amando de Miguel

Delante mío, detrás tuyo, borricos todos

Me escribe una jugosa nota Benito de Diego González, vecino de Boadilla del Monte (Madrid). Se queja el hombre de esa plaga que asola los medios de comunicación y, por ende, las conversaciones particulares. Consiste en el uso sustantivado de algunos adverbios: “detrás mío” (en lugar de “detrás de mí”). Me temo que esa queja vaya a ser archivada por el tribunal del habla popular. Los personajes más empingorotados de la vida pública se despachan con toda naturalidad respecto al “delante mío” o el “debajo tuyo”. No digamos cuando se oye ese absurdo del “día después” (en lugar del “día siguiente”). Lo que es todavía peor, no son pocos los que se sienten felices con el descubrimiento de que “hay un antes y un después”. Quieren señalar con ello un punto de sutura, un tajo, un hiato, un brusco cambio de pendiente. Pues nada, “un antes y un después”, como si los adverbios pudieran tener género y número.

Siempre hay gente que redarguye: “El idioma cambia”. Claro que sí, pero conviene saber por qué cambia y cuál es la dirección correcta. No se puede alterar el idioma común a capricho. De otra forma, podríamos acabar en el balbuceo, el lenguaje gutural o con signos. No parece una evolución deseable.

0
comentarios