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Alberto Recarte

¿Superávit o contabilidad creativa?

El gobierno acaba de presentar los presupuestos del Sector Público estatal (todo el conjunto de las Administraciones Públicas, excepto las Comunidades Autónomas, las Corporaciones Locales y las Ciudades Autónomas) correspondientes a 2004, que descansan sobre un determinado cuadro macroeconómico para ese año. Al margen de analizar, en otra ocasión –y con mayor detalle– el conjunto de ingresos y gastos públicos, merece la pena señalar algunos aspectos que, personalmente, me parecen relevantes.

1º. Se mantiene el equilibrio presupuestario que, en un entorno de crecimiento económico que el gobierno evalúa en el 3% del PIB, y con una inflación en torno al 2,7%, permite que crezcan los ingresos públicos en la descomunal cifra de 10.800 millones de euros, lo que, junto con una disminución de 600 millones de euros en el pago de intereses por la deuda pública, permite financiar un importante crecimiento del gasto en todos los renglones pero, en particular, en Justicia (un gasto que sigue siendo, probablemente, bajo), seguridad interior, pensiones, inversiones en infraestructuras e investigación y en pagos a la Unión Europea (un 9,2% más que en 2003), un extremo sobre el que volveremos.

2º. No se publican datos sobre lo que representa el conjunto del gasto público sobre el PIB, pero parece probable que se mantenga –por tercer año consecutivo– en algo más del 39%. Por su parte, la deuda pública sigue aumentando en términos nominales, aunque en relación al PIB disminuye, hasta rozar el 50% (casi alcanzamos el 70% en 1996).

3º. No hay decisiones políticas sobre los ingresos públicos. Se mantienen los tipos de los impuestos y las tasas vigentes en 2003. Quedan, sin embargo, tres meses hasta la aprobación definitiva de los presupuestos, por lo que todavía queda la esperanza de algún avance en la reducción de impuestos.

4º. No hay rastros de contabilidad creativa. La denuncia por parte del PSOE de que una parte considerable de la inversión pública (GIF, aeropuertos, suburbanos) no aparece como gasto público, viene exigida por Eurostat (todavía controlada por el socialista Solbes), siendo la razón de esa decisión la relativa certeza de que una parte importante de esas inversiones (más del 50%) se recuperarán a través de los pagos de los usuarios.

También merece la pena destacar que el gobierno central ha intentado limitar esta práctica y que, por ejemplo, no permitió, originalmente, que la financiación de Metrosur (alrededor del 1.700 millones de euros) no contabilizara como deuda pública de la Comunidad de Madrid; decisión que fue recurrida por el gobierno autónomo y al que Eurostat (recuerden, Solbes) dio la razón, y esa es la causa de que la Comunidad de Madrid no haya alcanzado su tope de deuda y que se multipliquen las ofertas de hospitales, entre otras obras públicas, en la actual campaña electoral.

Más que contabilidad creativa parece que existen márgenes presupuestarios para el gobierno que surja tras las próximas elecciones. El margen aparece porque todas las cifras de crecimiento de los ingresos estatales están calculadas sobre los ingresos presupuestados en 2003 y, sabemos que están creciendo mucho más de lo previsto; sobre la cifra real de ingresos del Estado en 2003 el aumento presupuestado es del 1,9%, cuando es, efectivamente, probable, que crezcan cerca del 6%, lo que deja un margen de 4.000 millones de euros, algo más del 0,5% del PIB. Parece haber un margen, un superávit oculto, más que en un déficit disimulado.

5º. Es llamativa la subida del gasto en personal. Nada menos que el 5,1%, que habrá que dividir entre aumentos nominales, incremento de contratados y derivas salariales. Este aumento general tan elevado deja sin muchos argumentos a los responsables de política económica, que no dejan de advertir a las empresas privadas de que están aumentando excesivamente los salarios.

Hay que hacer dos matizaciones: por una parte, lo que más sube es el gasto en pensiones contributivas y, en segundo lugar, parte del aumento es para dotar un fondo de pensiones para los funcionarios.

En relación con las pensiones, las cifras son las siguientes:
– las pensiones contributivas suben un 7,1% y alcanzan 64.000 millones de euros.
– las pensiones no contributivas aumentan un 3,3%, hasta la cifra de 1.900 millones de euros.
– las clases pasivas (las pensiones de los funcionarios), se incrementan un 5,8%, hasta los 7.400 millones de euros.
La suma de los tres capítulos es, por tanto, de 73.300 millones, lo que supone el 9,3% del PIB.

6º. También merece la pena observar la evolución del saldo neto de transferencias de la Unión Europea a España que, en opinión del PSOE y de Schroeder, entre otros, es la causa de nuestro crecimiento económico.

Pues bien, esas transferencias fueron de 8.353 millones de euros en 2002, 7.127 millones en 2003 y 6.414 millones en 2004 (a pesar de lo cual, y eso será un milagro para los que identifican transferencias con crecimiento, el PIB de 2004 es posible que crezca más que el de 2003). En términos de PIB, eso significa el 1,2% en 2002, el 1% en 2003 y el 0,8% en 2004.

La razón de esta evolución, de esta disminución de las transferencias a España, no es un menor gasto comunitario en España (por todas las políticas: agraria, fondos estructurales y de cohesión, entre otros), que alcanza, por tercer año consecutivo algo más de 15.000 millones de euros, sino la evolución de los pagos de España a la Unión. En efecto, nuestros pagos han pasado de 6.966 millones de euros en 2002 a 8.496 millones en 2003; y alcanzarán 9.275 millones en 2004.

Ocurre que los pagos de los países miembros a la Unión Europea varían en función de la evolución de su renta nacional, en primer lugar, además de por los ingresos por IVA y por otros conceptos. Y la prosperidad española se está reflejando en que cada vez pagamos más por nuestro nivel de renta, por lo que financiamos un porcentaje mayor del total gasto comunitario; concretamente, en un año, la aportación española, en el total de los ingresos de la Unión Europea por renta nacional bruta, pasará del 7,46% al 7,71% del total. Si se mantiene la diferencia de tasas de crecimiento entre España y la Unión Europea, las transferencias comunitarias netas a España se situarán en menos del 0,4% en 2006, el año en que comenzará la revisión de los fondos estructurales de la Unión Europea.

La disminución de la financiación comunitaria podría ser –será– incluso más rápida, porque en 2005 se revisará la cifra del PIB español y es probable que aumente significativamente –entre el 3% y 5%– y, por tanto, aumentarán la renta nacional, y el grado de convergencia real con la Unión Europea; e incluso la cifra del crecimiento de la productividad de la economía española en los últimos años. Y también aumentarán los pagos a la Unión Europea. Y si eso es así y se mantiene el equilibrio presupuestario, la economía española habrá eliminado la única duda que se ha podido esgrimir –yo mismo lo he hecho hace años– respecto a si ese equilibrio es real o ficticio. Puede incluso adelantarse que es casi seguro que, a partir de 2007, España será un financiador neto del conjunto de la Unión Europea, pase lo que pase con los fondos estructurales

Además de los aspectos puramente presupuestarios, merece la pena insistir en algunos aspectos del cuadro macroeconómico para 2004 que es, en principio, el mismo que presentó el gobierno el pasado mes de julio.

1º. El crecimiento para 2004 se fija en el 3% del PIB, un incremento modesto en relación, por ejemplo, con el que el FMI anticipa para la Unión Europea, que crecería –de creer en dicho organismo– el 1,9% en 2004 frente al 0,5 % en 2003.

Si el contexto internacional que anticipa el FMI, empujado por el crecimiento de Estados Unidos –que volvería a crecer a tasas superiores al 4%– se confirmara, la recuperación europea podría parecer más probable y, entonces, la economía española crecería incluso más. Pero con todo tipo de matices. El primero, que, posiblemente, Estados Unidos no crecerá tanto; el segundo, que la recuperación americana tardará más tiempo en llegar a Europa y, en tercer lugar, que la evolución del tipo de cambio entre dólar y euro no será, ni mucho menos, un impulso ni para la Unión Europea ni para España.

2º. El gobierno anticipa un crecimiento de la inversión en bienes de equipo del 5% en términos reales y una desaceleración de la construcción. Lo qué ocurra con los bienes de equipo es clave, aunque la cifra puede estar distorsionada por el fuerte crecimiento previsto en material ferroviario.

3º. Quizá las mayores dudas se suscitan con la previsión de la evolución del sector exterior, que sólo restaría 0,4 puntos al crecimiento del PIB frente al 1% de 2003. Es difícil creer que las importaciones sólo crecerán el 7%, con un euro cada vez –al menos hasta hoy– más fuerte.

4º. Es posible, para terminar, que la economía española crezca, a pesar de todo, el 3% en 2004 pero, quizá, con más consumo, más construcción, menos bienes de equipo y más importaciones.

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