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Encarna Jiménez

Luis Herrero y la fama

“El debate de la 2” de TVE es todo lo contrario de las tertulias a gritos que se han constituido en la espina dorsal de las televisiones privadas. Dirigido por Alfredo Urdaci, ha comenzado su andadura con temas políticos y sociales. El director de los servicios informativos de TVE se encarga de conducir los temas de índole más política o políticamente más delicados e institucionales, y a Luis Herrero le corresponde llevar la batuta en los asuntos que tienen más que ver con la sociedad.
 
Con la participación de seis invitados, esta semana Luis Herrero debutó en “El debate” abordando la fama, sobre todo la que se deriva de las apariciones televisivas. A él acudieron Gustavo Bueno, filósofo ya especializado en televisión tras sus escritos sobre realities y su continua presencia en tertulias, Javier de las Heras, psiquiatra, la actriz Silvia Marsó, Rocío Martín, ex-miss, el tenista Sergi Bruguera y Alex, provinente de “Operación Triunfo”. La hora que dura el debate, sin cortes publicitarios, no da para analizar con gran profundidad los asuntos que se ponen en la mesa. Esta es la primera dificultad con la que se encuentran los participantes, aunque tiene la ventaja de que el programa no se convierte en una tertulia eterna que obliga a estirar más de la cuenta las intervenciones.
 
“El debate de la 2” crea así un “anticlímax” de lo que es actualmente la televisión, en la que se pueden dedicar tres horas a los asuntos más nimios. Los esfuerzos de TVE por llevar la contraria a una tendencia que ya se ha establecido en la pequeña pantalla es muy loable, lo dudoso es que pueda convertirse en un espacio de referencia, dada la tendencia morbosa que ya ha anidado en los telespectadores. El asunto tratado en el debut de Luis Herrero se hizo con la máxima discreción, no salieron a relucir nombres propios que andan en boca de todos, para no insistir en el morbo ni caer en los defectos que pretendía criticar, pero dejó en el aire una segunda parte del debate que puede ser la responsabilidad de las cadenas en la ”malformación” de la audiencia.
 
Parece que hubo consenso a la hora de respetar los gustos del público televidente, que tiene una verdadera pulsión por el cotilleo cada vez más bajo, sin embargo quedó en el aire una cuestión que debería ser motivo de una segunda parte: la degradación de los contenidos televisivos. En este sentido, debería abordarse no sólo la fama a cualquier precio, sino lo que vale y para lo que sirve hoy la televisión.
 
Si el programa tiene continuidad puede ir perfeccionándose, aunque Luis Herrero, como demuestra en su programa de Canal 9 “La panderola”, se encuentra más a sus anchas haciendo entrevistas en profundidad que conduciendo con soltura un debate que es muy sano que vaya asentándose para abrir la puerta y airear el actual panorama televisivo.
 

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