Menú
Víctor Llano

Los socios de Castro

Sólo dos días después de que el coma-andante calificase a José María Aznar de “celestina” que se presta a “reclutar jóvenes latinoamericanos para una guerra de conquista”, su Viceministro de Comercio Exterior asegura que nuestro país puede volver a ser su primer socio comercial cuando finalice este año. Desde el 2001 lo era Venezuela, pero según Pedro Luis Padrón, cuánto más insulta su señorito a nuestro presidente, más son los españoles que parecen dispuestos a arriesgar su capital en la Prisión-grande. Después de España y Venezuela, los países que más invierten en Cuba son China, Canadá, Rusia, Holanda, Francia, México, Italia y Brasil. En la actualidad el 41% de las exportaciones cubanas se dirigen al mercado europeo. En cuanto a las importaciones –combustibles, alimentos y productos químicos– los principales suministradores son Estados Unidos, España, Venezuela y Canadá. Lo que Castro llama “bloqueo” y que es sólo un intento de que nadie se enriquezca con propiedades robadas, no ha impedido que “la potencia enemiga” le haya vendido alimentos por valor de 500 millones de dólares. A los especuladores estadounidenses el gobierno cubano les paga al contado. Al resto, cuando puede. Tarde, mal o nunca.
 
Aunque este año únicamente seis compañías extranjeras han invertido en Cuba, son 360 las que sin ninguna seguridad jurídica operan en la Isla. El 56% de estas inversiones proviene de la Unión Europea. La tiranía califica a estas empresas como “mixtas”. Los extranjeros ponen “la pasta”. El Máximo Líder los terrenos robados y los esclavos. El 51% del valor de estas extrañas sociedades pertenece al gobierno comunista. Raúl Castro –para asegurarse un futuro que no acaba de llegar y que muy difícilmente disfrutará– ha colocado al frente de estos engendros incalificables a generales que jamás han creado la más mínima riqueza. Son ellos los que escogen y controlan a los cubanos que como mano de obra esclava trabajan para los empresarios que invierten en la Isla de las doscientas cárceles. Sin embargo, estas trampas no resultan muy rentables para el gobierno comunista. De lo que realmente obtiene beneficio es de revender el petróleo que le regala Chávez, y de los más de mil millones de dólares que le llegan de los exiliados que han dejado familia en Cuba.
 
Bastaba que por espacio de seis meses se suspendiera el envío de remesas de dólares a la Isla, para que en La Habana se repitieran las manifestaciones de protesta que se produjeron en 1994. Pero mientras los verdugos sigan disponiendo de estas divisas, es muy difícil que la desesperación provoque otro “Maleconazo”. Los cubanos no pueden organizarse para otra cosa que no sea para hacer una cola. Son muy pocos los que se atreven a confiar en otro. Antes de arriesgarse a morir fusilados, o a que les condenen a 20 años de cárcel, han decidido esperar a ver qué pasa. Y aunque llevan ya 44 años sin que les pase nada bueno, no ignoran que los hermanitos que han arruinado su vida no pueden durar siempre. Mientas les lleguen al 40% de ellos 40 dólares mensuales de Estados Unidos, se conformarán con robar en la empresa donde simulan que trabajan y en soñar con escapar en una lancha. Los que peor lo pasan, son, sin contar a los cien mil presos, los ancianos que ya no pueden robar en ningún sitio, y las familias, casi todas de raza negra, que no reciben ningún tipo de ayuda del exterior.
 
Pero si ustedes quieren saber más sobre el estado en que se encuentra la economía castrista y qué es lo que se puede esperar de ella, no duden en acudir el miércoles 5 de noviembre a la Fundación Hispano Cubana. Alberto Recarte –sin duda la persona que en España más sabe de Cuba y mejor explica lo que allí ocurre– y el también economista Jorge A. Sanguinetty, nos tratarán de explicar la ruina robolucionaria. Las conferencias y el debate posterior serán a las siete de la tarde. La entrada es libre. La Fundación Hispana Cubana está en la calle Orfila número 8. El teléfono es 913 19 63 13.

En Internacional

    0
    comentarios