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Carlos Semprún Maura

Tres aquelarres lleva mi caballo

Este fin de semana (o week end, como dicen aquí, siempre tan respetuosos de su lengua...), no fue como otros, porque era la Toussaint (Todos los santos) y se suprimieron varias emisiones políticas dominicales, y la información fue magra, salvo en lo que concierne a la alegría malévola de la radiotelevisión gala por la destrucción de un helicóptero norteamericano en Irak y el noviazgo del Príncipe Felipe con la periodista Leticia Ortiz. Como por casualidad fueron presentadoras a quienes ví comentando la noticia, me pareció percibir en su mirada cierto ensoñamiento, casarse con un príncipe ¡quién pudiera! Por la radio estatal, siempre socialista, France Info, oí un comentario sobre la opinión de los españoles ante este noviazgo, y el hecho de que la señora Ortiz estuviera divorciada. Por lo visto, los progresistas lo consideran “moderno”, mientras que Franco... ¡ay!, perdón, ha muerto, bueno da lo mismo, los franquistas, los reaccionarios, se indignan.
 
Vale la pena señalar la importancia concedida al evento, porque por lo general se habla poco y con mucha displicencia de España, ya se trate, por ejemplo, de la reciente reunión celebrada en Madrid sobre la “reconstrucción de Irak” y sus gastos, ya de las elecciones autonómicas madrileñas, y eso porque han visto el triunfo del PP y personal de Esperanza Aguirre. Como si todos los medios galos estuvieran de acuerdo con Felipe González, para condenar a José María Aznar por no haberse sometido al “eje del mal” francoalemán. La que más rabia me da es Diane Chambón, la corresponsal de Le Figaro, cuyas únicas fuentes son El País, y la SER. Sólo una vez citó a El Mundo, pero fue para indicar que hasta ese periódico, conservador (?), se oponía a Aznar, por no seguir la onda al magnífico Presidente Chirac. Pues, menos mal, digo yo. Claro que la mezquindad y la falta de objetividad de los medios galos no conciernen únicamente a los asuntos de España.
 
Como los periódicos no salen el domingo, salvo la prensa de provincias, un aquelarre sindical, este lunes los comentarios de política nacional resaltan la alianza de los minipartidos trotskistas LCR y “Lucha Obrera”, que tendrán listas comunes en las próximas elecciones regionales y europeas, con lo cual los otros partidos de izquierda, empezando por el PS, pero también el PCF y los verdes, consideran, furibundos, que con su actitud aseguran el triunfo de la mayoría actual. Eso podría ser cierto si los trotskistas fueran los propietarios de sus electores, porque sumando sus militantes, no deben pasar los tres mil, y tratándose, como se suele decir, de un voto de protesta, nadie puede afirmar cómo votarán en la segunda vuelta, los que votaron LCR/LO, en la primera. Desde luego negándose a dar consignas de voto para esa segunda, y rechazado casi por igual a los que califican de derecha liberal y de izquierda liberal, otro aquelarre, las dos organizaciones trotskistas no pretenden ganar eurodiputados, ni entrar masivamente en los Consejos regionales, sino ganar adeptos para crear lo que ellos llaman “un polo de radicalidad anticapitalista”, cuyo escenario no es el Parlamento, o los parlamentos, sino la calle, y crear así, en Francia, una situación digna de 1905, en Rusia, o sea una huelga general revolucionaria. Tercer aquelarre. Por ahora, basta.
 

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