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Amando de Miguel

Yo te pillo, tú me coges

Me reprocha Carlos López Velázquez el abuso del verbo “pillar” en lugar del más común de “coger”. Entiende mi corresponsal que esa misma sustitución se comprueba en los medios de comunicación, en el lenguaje común. La verdad, no me había dado cuenta de ese abuso de “pillar”. Prometo enmendarme por la parte que me toca. Quizá haya aquí un reflejo inconsciente para evitar un verbo como “coger” que resulta malsonante en la Argentina. Por cierto, esa acepción de “coger” como copular, pero aplicado a los animales, es un uso inveterado en ciertas comarcas agrarias españolas.
 
Para mí, “pillar” es como “coger” pero con un aire de sorpresa o de alarma. Por ejemplo, uno puede pillar un catarro (los argentinos dirían “resfrío”) o a uno le puede pillar un toro en un encierro. Si se ofrecen gentilmente unos bombones o pasteles, se dirá: “coge uno”; no estaría bien decir “pilla uno”. Se puede pillar a un raterillo haciendo de las suyas, peor la policía coge a un terrorista. En el caso de que el terrorista se evada, que Dios nos coja confesados.
 
 
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