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No me lo creo. No me creo la espontaneidad de Molina a la hora de echarse la culpa del 5-2 con el que se llegó al descanso del partido contra el Mónaco (en el 3-1 de la segunda parte no tuvo nada que ver porque ya le había sustituido Munúa). El caso es que el portero titular del Deportivo iba a quedar mal de todas formas, y reconociendo que le temblaban las piernas, que no se encontraba bien físicamente y no debió jugar ese partido lo que hacía era "liberar" a su entrenador de cualquier responsabilidad. Irureta no podía meterse dentro de la cabeza de Molina y si éste le confirmó que se encontraba en condiciones para jugar, ¿por qué dudar de su palabra?... Estoy convencido de que la presunta espontaneidad de Molina fue fruto del acuerdo con Irureta. El técnico vasco simplemente "pasaba por allí", y suficiente trabajo tiene ahora con ajustar un sistema táctico que, por ejemplo, ya le dio un disgusto contra Osasuna en Pamplona.
 
En cualquier caso Molina fue forzadamente sincero después de haberse mostrado profundamente egoísta. De ahí que la mayoría de entrenadores prefieran no confraternizar nunca ni entablar excesiva amistad con los jugadores fuera de lo que es el ámbito estrictamente profesional, conscientes como son de que en cualquier momento acabarán por traicionarles.
 
E Irureta tiene ejemplos más que sobrados en su actual equipo. ¿El Deportivo habría ganado ese partido con otro portero en condiciones? Eso nunca lo sabremos. ¿Puede Irureta fiarse a partir de ahora de lo que le diga Molina? Yo creo que Jabo ya no se fía ni de su sombra y debe ser por eso mismo que no se ha comprado casa en La Coruña y vive en el Hotel Riazor por si acaso le visita el "cartero" de madrugada y tiene que hacer la mudanza deprisa y corriendo. ¡C'est la vie! Para más inri, Molina no tiene ninguna competencia en el Deportivo de La Coruña, es el portero número uno indiscutible de ese equipo. No sucedía lo mismo en aquel Real Madrid de Miguel Ángel y Mariano García Remón, que cuando uno se lesionaba el otro agarraba la titularidad y no volvía a soltarla hasta la próxima lesión. Visto desde fuera no parece que Munúa deba inquietar demasiado a Molina, aunque éste prefiera jugar con una gastroenteritis antes que cederle los trastos a su compañero. ¡Menuda "cantada"!

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