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Víctor Llano

Nadie les va a regalar nada

Los que tratan de analizar la ruina de la economía castrista lo tienen muy difícil. ¿Cómo hablar de lo que no existe? Tanto Alberto Recarte, como Jorge A. Sanguinetty coincidieron este miércoles en la Fundación Hispano Cubana en que todos los indicadores económicos que pueden manejar han sido falseados por el gobierno de Fidel Castro. No otra cosa cabía esperar de un sistema que es incapaz de generar el más pequeño de los recursos. Como dicta el sentido común y recordó el economista español, “el desarrollo de cualquier país depende de su capacidad de ahorro y de cómo se invierte ese ahorro; pero en Cuba no ahorran ni las familias, ni las empresas, ni el Estado”. El coma-andante nunca tuvo intención de ahorrar un centavo. No lo necesita. Prefiere que sean otros los que guarden para él. Sus víctimas, que aun lejos de la Isla, se ven obligados a ahorrar todo lo que pueden para enviar algunos dólares a sus padres y hermanos, rehenes de sus verdugos.
 
Aunque son muchos los que se niegan a aceptarlo, pasarán muchos años antes de que Cuba se convierta en país próspero. No existe sociedad civil y no puede crearse en poco tiempo. Además, como apuntó Sanguinetty, todo dependerá del modelo económico que adopte un futuro gobierno democrático. Pero nadie sabe quiénes integrarán ese gobierno y cuáles serán sus ideas. Aunque cueste creerlo después de 44 años de comunismo, muchos de los disidentes más conocidos defienden postulados socialdemócratas. El propio Oswaldo Payá –tan admirado por José María Aznar– se declara socialcristiano. Si bien las cosas no podrán empeorar más de lo que ya están, el futuro no puede imaginarse más adverso si los que sustituyan al Máximo Líder escogen para salir de la miseria los modelos que han fracaso en todas partes. Los cubanos –si les dejan– pueden autoabastecerse de alimentos, y confiar en su oferta turística; pero si quieren crear riqueza y mantenerla, tienen que aprender a vivir en la competencia y en la disciplina presupuestaria. Recarte lo advirtió, “mientras no exista seguridad jurídica no hay nada que hacer en la Isla; si los que reemplacen a Castro no adoptan como modelo el que se sigue en Chile o en Estados Unidos, y escogen una política intervencionista, como cualquiera de las que hoy sufren muchas naciones de Ibeoramérica, el porvenir no puede ser más espantoso”.
 
Como muchos otros analistas, Sanguinetty y Recarte consideran que Cuba no puede permitirse una moneda nacional, lo que hace que le quede muy poco margen para rectificar probables errores. Sólo la credibilidad que genere una futura autoridad monetaria le permitirá crear confianza. Sin embargo, los cubanos carecen de una información y unos conocimientos que hasta hoy el exilio no ha sido capaz de ofrecerles. Incluso los más preparados, no pueden saber ni una palabra de economía de mercado. Además, después de haber sido bombardeados con todo tipo de patrañas, no es fácil que confíen seriamente en un proyecto común. Llevan 44 años viviendo al día. Les va a costar mucho organizarse, aprobar una agenda, y esperar que las cosas funcionen razonablemente. Para prosperar tendrán que trabajar muy duro durante muchos años. Quizás no lo sepan, pero nadie les va a regalar nada. De la noche a la mañana no se reconstruye lo que se demolió con tanto éxito.

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