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EDITORIAL

Francia, asilo político y financiero del "eje del mal"

La banca francesa tiene una larga tradición internacional, como corresponde a una antigua potencia colonial y a uno de los países del mundo con más reservas de oro y divisas. Por tanto, no es sorprendente que los informes del Banco Internacional de Pagos señalen a la banca francesa como la más internacional del mundo, atendiendo al número de países donde concede sus créditos. Como es comprensible, los bancos franceses lideran la financiación externa de la mayoría de los países de la Francophonie, del mismo modo que los bancos británicos son los principales proveedores de crédito de las naciones de la Commonwealth y así como también los bancos españoles lo son de los países de la Cumbre Iberoamericana. Es evidente que la lengua común y la afinidad cultural, además de ser fundamentos de la política exterior de las antiguas metrópolis coloniales, también son un poderoso incentivo a la hora de hacer negocios.
 
Sin embargo, es llamativo que los bancos franceses, cuando salen de la órbita estricta de la Francophonie, decidan otorgar sus créditos a los países menos recomendables de la comunidad internacional. Según un análisis del Real Instituto Elcano, la banca francesa es la principal proveedora de fondos para Cuba, Irán e Irak. Los tres, precisamente, países integrantes del "eje del mal", financiadores, amparadores y entrenadores del terrorismo internacional y, ni qué decir tiene, enemigos de EEUU. Si bien conceder créditos es, en principio, una decisión independiente por parte de los bancos privados franceses, no es menos cierto que las garantías de su reembolso, tratándose de dictaduras totalitarias, han de ser más bien políticas que de orden estrictamente empresarial. Del mismo modo que, por ejemplo, la decisión de exportar armas o tecnología nuclear –recuérdese la central nuclear iraquí de Osirak, entregada a Sadam por Chirac cuando era primer ministro y destruida por los israelíes antes de que tuviera capacidad para producir bombas atómicas– es sobre todo una decisión marcada por los intereses de la política exterior.
 
Aun a pesar de su marchita gradeur, Francia ha jugado siempre, sobre todo después de la 2ª guerra mundial y de De Gaulle, a ser la "potencia alternativa" a EEUU, aun a pesar de su integración en la OTAN por meras razones de supervivencia frente al imperio soviético. Como señala el informe del Instituto Elcano, Francia llega, en materia financiera, donde a EEUU "ni está, ni se le espera". Y lo mismo cabe decir en lo que concierne a las alianzas internacionales, donde los flujos financieros suelen ir detrás de las relaciones diplomáticas: Francia llega donde los países responsables y comprometidos con, la democracia, la paz y la seguridad internacional no quieren ni asomarse.
 
Es una lástima que la nación que acuñó el concepto de Derechos Humanos sea hoy la principal valedora financiera –y también política– de las peores dictaduras del mundo. Los franceses deberían reflexionar si vale la pena un precio tan alto por un poquito de grandeur. Está claro que para Chirac sí. Y para ello es capaz de poner una vela a Dios y otra al diablo, como pone de manifiesto su intención de renovar de arsenal balístico y nuclear para hacer frente a las amenazas de Irán, Corea del Norte, Siria o Arabia Saudí. Chirac es bien consciente de dónde está el incendio. Sólo que necesita avivarlo previamente para poder cobrar después los servicios de su manguera.

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