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Carlos Semprún Maura

En vísperas de la revolución

Harto de contemplar sucesos sin interés, como es costumbre en los informativos de TF1, pasé a France 2 y caí en pleno interés sin suceso. Primero pensé que era broma, una inocentada: los intermitentes, después de haber invadido platós de France 3, y de TF1, invadieron el de France 2, durante el informativo de las 20 horas, demostrando así su profundo sentido de la igualdad. Los rostros escondidos detrás de pancartas, permanecían inmóviles, mientras que el presentador, David Pujadas, se levantaba y cedía su butaca a una intermitente, por cierto, bastante guapa, quien leyó con voz temblorosa y lengua de palo, un texto reivindicativo, exigiendo del Gobierno, taratata, lo de siempre. “Tal vez te procure risa”, reza la letra de un tango de Carlitos Gardel, pues sí, a mí me procuró risa. Al día siguiente, el ministro Aillagon convocó al director de la cadena y al de la información, para darles golpecitos de regla en los nudillos. ¿Cómo fue posible que 63 intermitentes entraran tan fácilmente y perturbaran así el sagrado informativo de las 20 horas? ¿Y si mañana entran, con la misma facilidad, 63 liberales? Que se tranquilice el señor ministro, no hay tantos liberales en Francia.
 
Este martes 11, se celebró el más triste de los aniversarios del Armisticio de 1918, que puso punto final a la Primera Guerra Mundial. Giscard, cuando era presidente, quiso suprimirlo, teniendo en cuenta las buenas relaciones francoalemanas, pero no lo logró. Se me ocurre que ya que dichas relaciones han pasado de ser buenas a ser excelentes, el Gobierno Raffarin podría hacerlo. Además, como, por lo visto, la supresión de un día festivo procuraría a las arcas del estado unos 2.000 millones de euros, la supresión de dos, es obvio, procuraría el doble. Y si el 11 de noviembre cae, como este año, un martes, suprimiría el puente, y otros millones de euros irían a dichas arcas. Me parece por lo tanto que, para el Gobierno, la solución es sencillísima: en el país del mundo en el que menos se trabaja, trabajar 15 ó 20 días más, resolvería, si no totalmente, si en gran medida, los problemas del gigantesco déficit público, la quiebra de la Seguridad social y alguna cosita más, y Francia saldría de su abismo actual para enfrentarse a una revolución. Porque en Francia, las vacaciones se han convertido en religión de estado. O sea, que la solución es tan sencilla como imposible.
 
O mejor dicho, las soluciones vendrán ¡qué duda cabe! del Foro Social Europeo. Aún están en los preparativos y ya se percibe el caos. Los sindicatos, para no pringarse con los extremistas, se reunieron con antelación y aparte, en el Hotel de Ville de París. Dejando, como me parece lógico, el balance de tan magna reunión para después de que haya transcurrido, me limitaré a señalar que todos los medios, toda la prensa, de Le Figaro a Le Monde, celebran el acontecimiento. Normal, todos son antiliberales y como no saben lo que es o, mejor dicho, podría ser el liberalismo, puede que se pongan de acuerdo para condenarlo. Junto a Israel y los USA, no faltaba más, y Chirac, encantado. En Le Monde de este 11 de Noviembre encuentro esta “perla”: una señora, militante de ATTAC, explica cómo ha sufrido en sus carnes la crueldad de la mundialización liberal, su empresa la había “obligado a jubilarse” a los 65 años. Pues yo creía que se habían manifestado para exigir la jubilación a los 58, como los funcionarios. ¡Cualquier cosa, mariposa! Pero a condición de ser antiliberal
 

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