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Guillermo Rodríguez

Papá Noel cambia el trineo por los bytes

Internet se ha instalado en nuestras vidas con una rapidez y una facilidad que impide valorarla en su justa medida. Ni siquiera la propagación de la televisión gozó de la aceptación con la que la Red se ha metido en nuestras casas o lugares de trabajo. Parece que Internet es un invento de toda la vida cuando hace apenas diez años te preguntaban “¿Internet, y eso qué es?” si se te ocurría comentar las virtudes del medio.
 
La velocidad de propagación de Internet no ha evitado que, como cualquier humano, haya tenido que madurar. Al igual que a un niño de diez años no le puedes exigir que diserte sobre el bien y el mal, no era lógico que hace un par de años se pidiera a Internet que se convirtiera en uno de los canales de compra más utilizados del mundo.
 
Los expertos sostienen que ese periodo de aprendizaje ya ha concluido. La transición ha sido dolorosa: se han cerrado miles y miles de tiendas online (¿alguien recuerda en España los casos de Diversia o Submarino?) y los supervivientes han tenido que solventar errores a un ritmo superior del que se exige en el mundo real.
 
Las tiendas on line no han sido las únicas que han madurado. Los usuarios también lo han hecho. Subrayan los últimos estudios que en Estados Unidos ya no produce miedo pagar con tarjeta de crédito, menos aún saber si el artículo que se compra llegará a tiempo, una cuestión fundamental en un periodo como el que ahora llega: las Navidades.
 
Estos factores son algunos de los que contribuyen a pensar que este será el año en el que el comercio electrónico despegue de una vez por todas. Un estudio firmado por Harris Interactive/Blue Martín prevé que durante estas Navidades el número de compradores en la Red aumente un 40% sólo en Estados Unidos. El auge de las conexiones de banda ancha desempeñará un papel fundamental a la hora de comprender este auge. En Estados Unidos existen a día de hoy 39 millones de usuarios que navegan a todo vela, lo que representa el 13 por ciento de los habitantes del país. La tasa de crecimiento anual se sitúa en el 49 por ciento.
 
Las buenas cifras al otro lado del Atlántico encuentran correspondencia en Europa. La consultora Forrester Research augura que estas Navidades el comercio electrónico generará 9.000 millones de euros, un 18 por ciento más que en el mismo periodo del año pasado. "Europa le pisará los talones a EEUU en esta campaña navideña", comenta Hellen Omwando, analista de la consultora.
 
España, ¡ay!, es otro cantar. Si Europa sufre un leve retraso respecto a Estados Unidos, España anda en los puestos de cola si se compara con sus vecinos de continente. A las eternas justificaciones de que los españoles sufren un miedo atroz a facilitar su número de tarjeta de crédito (como si los estadounidenses, alemanes o británicos fueran estúpidos y los proporcionaran a las primeras de cambio), o que a los españoles les gusta tocar un producto antes de comprarlo (como si a los ya comentados les importara una higa este aspecto) o, retorciendo aún más las causas, que los españoles disfrutan metiéndose en un centro comercial, aguantando las colas, sorteando la marabunta de compradores o haciendo eternas colas para estacionar su coche, sólo cabe aplicar la frase orteguiana de “no es eso, no es eso”. Simplemente Europa no goza del grado de madurez en materia de comercio electrónico que sí disfruta Estados Unidos. Y, al mismo tiempo, España está a años luz en la misma cuestión si se mide con Francia, Alemania o Reino Unido.
 
Ya se ha dicho aquí que, siendo puntillosos, en vez de culpabilizar a los internautas españoles, deberíamos pedir cuentas al ministerio de Ciencia y Tecnología, que entre otros aspectos se creó para fomentar el comercio electrónico. ¿O no?

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