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Ignacio Villa

Las hipotecas de Zapatero

El próximo domingo, el secretario general del PSOE deberá pasar el último "trago" electoral antes de las elecciones del próximo mes de marzo. Primero fueron las municipales y autonómicas de mayo, más tarde la repetición de las elecciones de Madrid y ahora faltan las catalanas como paso previo de lo que será su examen definitivo del mes de marzo.
 
En este sentido, no deja de ser curioso que Rodríguez Zapatero haya caído en una trampa que le han tendido sus ambiciosos ¿colaboradores? No es complicado buscar en la hemeroteca reciente que, cuando el propio Zapatero fue elegido líder socialista, todo el mundo aceptaba sin recato que era el candidato para el año 2008, que era una inversión de futuro. Era una apuesta que con paciencia e inteligencia, podría haber llegado a La Moncloa. Zapatero era un proyecto de líder diseñado para una fecha concreta, pero algunos ambiciosos se creyeron cerca del coche oficial, y precipitaron todo. ¡Mal negocio! Ahora, gracias a esta estrategia llena de torpeza, todos los dirigentes socialistas dan como seguro que si Zapatero no gana en las generales –que es lo más probable– se quedará en el camino. Con estas precipitaciones sólo han conseguido quemar etapas antes de tiempo.
 
Este panorama explica que las elecciones del domingo se hayan convertido en un nuevo vencimiento de las muchas hipotecas que tiene Rodríguez Zapatero y que nadie ha desactivado. En esta carrera desbocada y alocada hacia La Moncloa, el secretario general del PSOE se encuentra en Cataluña con un nuevo dilema. Si gana el PSC de Maragall, esa victoria alimentará el discurso del Partido Popular en las generales. Es decir, desde las filas populares se acusará a los socialistas de pactar con quien sea –vease ERC e IC– para gobernar a cualquier precio. Y si pierde el PSC, el líder socialista se enfrentará al tercer revés electoral en muy poco tiempo: mayo, octubre y ahora noviembre. Son los laberintos políticos buscados y alentados desde la calle Ferraz, unos laberintos cada vez más complicados, con salida virtualmente inexistente.
 
A cuatro meses para la elecciones generales, Cataluña se presenta para Zapatero como la confirmación de sus propios errores. Las elecciones del domingo se pueden convertir en el exponente de unos modos de hacer política que no han calado para nada en la militancia socialista. El secretario general del PSOE tendrá que afrontar desde el lunes una situación que, para muchos, tiene ya carácter terminal. Zapatero, que llegó a la secretaria general del PSOE prometiendo de todo a todos, no ha sabido en estos años ir reconduciendo esos compromisos. Ahora tiene que pagar religiosamente todas esas hipotecas, y además con unos altos intereses. Y el ambiente, en las filas socialistas, se puede convertir en irrespirable. El liderazgo de Zapatero esta cuestionado por todos –consúltese a Bono e Ibarra– y los resultados electorales a los que ha hecho frente no han acompañado. ¿Alguien da menos?

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