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Amando de Miguel

Lenguas y lenguas

Manuel Gordejuelo Aguirregomoscorta es uno de los que se quejan de que en castellano tengamos que leer “A Coruña” o “Lleida”. Arguye que en ese idioma no decimos “London” sino “Londres”. La cuestión es que hay lenguas que dejan traducir algunos topónimos de más uso, como el inglés. La razón es que son lenguas de comunicación internacional. El español también se deja traducir (“Seville”, “Old Castile”). Esa cualidad no la suelen desplegar las lenguas estrictamente étnicas, es decir, no las aprenden los de fuera. Luego, al insistir en lo de “Lleida” o “A Coruña” en español, estamos haciendo que el catalán o el gallego se mantengan como lenguas étnicas, no de comunicación. En resumen, con esa imposición se consigue lo contrario de lo que se propone. Sigan diciendo “A Coruña” y “Lleida” en español y nuestros romances hermanos se empequeñecerán. Maragall (el bueno) o Rosalía se quejarán en sus tumbas.
 
Norje Lala me afea que yo escriba “euscalerría” en lugar de “euskalherria”. Aplique mi corresponsal el comentario anterior. Al ser el vascuence (que no “euskera”, dicho en castellano) me permito traducir algunas palabras comunes. Por lo mismo, “Fuenterrabía” me suena mejor que “Ondarribia”, si hablo en español. Es una forma de dignificar el vascuence, aunque a usted no se lo parezca. Por esa razón, en español preferimos decir “izquierda” (que es vascuence) a “siniestra” (que es latín). Por cierto, el latín es la madre común del castellano y otros romances, pero también fue madre de leche (nodriza) para el vascuence. En vascuence la nodriza es “hazama”, esto es, la madre que ayuda a crecer.
 

 

           

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