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Emilio J. González

El terrorismo como excusa

Cuando todo parecía indicar que las Bolsas serían capaces este mes de superar los máximos anuales alcanzados en agosto y concluir el año por encima de ellos, a los mercados les han fallado las fuerzas. El Ibex 35, que, según decían los analistas, podría terminar el año en el entorno de los 7.500 puntos, se ha estrellado contra los muros del 7.250 y al Dow Jones le ha entrado el miedo escénico en cuanto se ha visto en los 10.000 y se ha replegado. A pesar de que los parqués estaban, y probablemente siguen, en plena tendencia alcista, los pronósticos han fallado. ¿Qué ha pasado?
 
La razón que esgrimen muchos es que los últimos atentados terroristas en Turquía han asustado a los mercados. Pero la realidad parece ser otra. Si, efectivamente, las bombas que han estallado en los últimos diez días en Estambul fueran la causa, el desplome de las Bolsas hubiera sido espectacular. Sin embargo, no ha ocurrido nada de esto. Es más, los índices bursátiles reaccionaron al alza cuando el jueves se publicaron buenos datos económicos en Estados Unidos.
 
Lo único relacionado con el terrorismo, si se puede calificar como tal, que puede estar frenando a los mercados son los atentados que, un día sí y otro también, ocurren en Irak. La preocupación de los mercados es que, en algún momento, pudieran llegar a afectar al suministro de petróleo, razón por la cual el precio del crudo está subiendo. Este hecho sí que tiene repercusiones sobre el mercado porque el encarecimiento del ‘oro negro’ supone mayores costes energéticos para las empresas y, por tanto, menos beneficios, si bien en Europa el impacto se ha mitigado bastante por la bajada del dólar, la divisa en la que se contrata y paga el petróleo, frente al euro.
 
En cambio, antes de los atentados, muchos gestores de fondos de inversión y especialistas de las casas de Bolsa ya decían, aunque procurando que no se les oyera mucho, que a pesar de que observaban todavía potencial alcista al mercado, con las ganancias que llevan acumuladas a lo largo del año se daban por satisfechos. No quieren arriesgar porque después de tres años de crisis bursátil y de sequía para sus bolsillos van a volver a cobrar sus preciados ‘bonus’, puesto que sus bancos de negocios, casas de Bolsa y gestoras de fondos han vuelto a los beneficios, nada desdeñables, por cierto. Así es que unos y otros han optado por la política de más vale pájaro en mano que ciento volando y se han amarrado a las ganancias que ya tienen, lo que se ha traducido en ventas de acciones para realizar plusvalías que han frenado el proceso alcista de las cotizaciones.
 
El terrorismo, por tanto, no es más que la excusa, la cortina que extienden para ocultar las verdaderas razones, con las que muchos no estarían de acuerdo, por ejemplo los ciudadanos titulares de fondos de inversiones que, como es lógico, pedirían a los gestores que siguieran aprovechando la actual fase de bonanza.

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