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Juan Manuel Rodríguez

"Conexión Morrison" y "yerbajos batidos"

Extraigo dos conclusiones fundamentales de lo acontecido hasta ahora en el Rod Laver Arena de Melbourne. La primera es que los australianos nos perdieron la pista entre el "himno de la victoria" y "los defensores de la patria", allá por el siglo XIX. La segunda es que me resulta imposible creer que no hayan encontrado en toda Australia -¡con lo grande que es!- un trompetista en mejores condiciones que James Morrison. Estaba especialmente nervioso y emocionado, torpe en su interpretación del himno de Riego. Y puede, sólo puede, que como asegura Juan Antonio Gómez Angulo esto vaya más allá de un simple error de protocolo... ¿Quién le pasó a Morrison el compact disc "equivocado"? ¿Será acaso el músico un nostálgico de la República española?
 
El complot puede ir mucho más allá... ¿Por qué ningún tenista español -salvo Alex Corretja- se inmutó siquiera al oír un himno que no era el suyo? ¿Les habría dado igual si Morrison hubiera interpretado "Paquito el chocolatero"? ¿Y por qué Jordi Arrese aprovechó la desafortunada interpretación de Morrison para hurgarse las narices? ¿Qué quería decir todo aquello? Menos mal que allí estaba nuestro Gómez Angulo para restaurar el orden musical vigente y poner al himno de Riego en su sitio, que es el 7 de abril de 1822, aunque Pío Baroja llegó a la conclusión de que aquello no llegaría jamás a buen puerto: "es callejero y saltarín; la República fue sesuda y jurídica". ¿Hasta dónde alcanzan exactamente los tentáculos de la "conexión Morrison"?
 
Bromas aparte, los australianos nos pidieron mil veces perdón por su ignorancia en cuestión de himnos (no nos tocaron el "trágala" de puro milagro) y luego los tenistas saltaron a la pista de "yerbajos batidos" o de "tierra con césped" que nos han preparado nuestros amigos de las antípodas. Ferrero no pudo con Hewitt en un partido larguísimo que duró cerca de cuatro horas y Moyá -el auténtico salvador de la eliminatoria, puesto que un 2-0 en contra nos habría puesto en una situación imposible- se deshizo de Philippoussis en otro encuentro maratoniano. Ni la pista es tan rápida como temíamos en principio ni el público parece que haya respondido tampoco a los accesos de acné e ira que sufre periódicamente contra España su jovencísimo héroe local. Tras ganar a Ferrero, Hewitt se revolcó por el suelo pero eso entra dentro de lo normal. Lo más positivo es que la eliminatoria no se decidirá hasta la última jornada. O sea que del famoso 5-0, nada de nada. A pesar de Riego. Y de James Morrison, de quien juro que jamás compraré sus "Grandes Exitos".

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