Es previsible que los medios de comunicación que hicieron del antiamericanismo barato y del antiaznarismo caro su única línea editorial durante los prolegómenos, la guerra y la posguerra de Irak, pidan ahora la retirada de las tropas españolas señalando los siete cadáveres de los soldados españoles muertos. Y es también previsible que los partidos de izquierda que se lanzaron a la calle para echar del Poder a la derecha a la que no pueden ganar en las urnas, acompañados por los titiriteros filósofos y jaleados por esos medios de comunicación demagógicos e irresponsables, síntesis de lo peor de la izquierda clásica y la derecha antigua, vuelvan a emitir trenos y graznidos abandonistas en el Parlamento.
No sabemos si la opinión pública española, que ya ha visto estos alardes de falso dolor por los muertos y de verdadero rencor a los vivos con la excusa de los militares muertos por accidente o en emboscadas del enemigo en Afganistán y en Irak se dejará conmover por los políticos de lance y los medios antiamericanos y, por ende, antigubernamentales que forman una mayoría aplastante en España. Es de esperar que no aunque quepa temer que sí. Pero todo dependerá de cómo desarrolle el Gobierno su estrategia informativa y argumental y de cómo reaccione la familia militar ante estos siete muertos más, muertos de verdad en una guerra que siempre fue absolutamente en serio.