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Encarna Jiménez

Un tránsfuga de pacotilla

“El tránsfuga” ha sido la primera producción que ha estrenado Antena 3 de “instant movies”. Siguiendo un modelo extranjero, han querido poner en práctica un subgénero televisivo que consiste en hacer un producto de ficción que, partiendo de un hecho real que haya calado en la opinión pública, se presente en pocas semanas para aprovechar el tirón de la actualidad.
               
Animados por los índices de audiencia que tuvieron las sesiones de la Asamblea de Madrid tras el episodio de Tamayo y Sáez, Antena 3 se atrevió a abordar el tema de los tránsfugas con diligencia. Sin embargo, cuando la película ha visto la luz han pasado varios meses, unas elecciones, y demasiadas cosas en política como para que el público ya haya pasado página a unos acontecimientos que tuvieron su morbo televisivo en el verano. Con las nieves, el efecto inmediato ya se había enfriado y la película tenía que sostenerse sin las muletas del recuerdo inmediato.
               
La demora en el estreno ha dejado a “El tránsfuga” a solas con su realidad. Tenía que valerse por sí misma y, después de lo visto, no ha estado a la altura de las circunstancias. Aunque “El tránsfuga” contó con actores competentes como Alex Angulo, el guión era tan tópico que se quedaba a años luz de lo que fue el culebrón de Tamayo y Sáez con sus actores secundarios encarnados en diputados autonómicos. La telerrealidad política tenía un valor añadido que no ha podido superar una “instant movie” que ni retrataba lo que ocurrió en Madrid, ni sabía explotar el filón de las tramas político-financieras de los partidos.
               
Para no herir suspicacias políticas, el guión fabricó  un partido abstracto en el que los dramas personales como las crisis de pareja y los agobios económicos se convertían en el leit motiv de la película, y a duras penas eran reconocibles los personajes que les dieron origen. Cualquier seguidor de la actualidad y mucho más los que conocen a fondo las alcantarillas de los partidos, podían encontrar algo de interés en “El tránsfuga”. Que la razón fundamental del oportunismo político está en la necesidad de mantener un “estatus” social por parte de algunos militantes es una obviedad, pero eso no sostiene un formato de ficción que, sin ataduras, podía haber planteado con cierto ingenio el submundo de la política.
               
Antena 3 no ha acertado con su primera entrega de “instant movies” y puede que las siguientes producciones dedicadas al asesino del naipe y el caso Wanninkhof se estrellen con el mismo muro: No saber responder a la inmediatez ni recrear dramas que den claves de comportamiento más allá de los guiones trillados en cine y televisión. Falta atrevimiento y sobran esquemas tópicos. Con estas bases no cabe esperar que la cadena siga invirtiendo en un formato de dudoso éxito
 

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