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Ignacio Villa

Los trileros siempre engañan

Con su anuncio de que todavía guarda una carta en la manga, el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, deja al descubierto su pobre estrategia europea, basada en el chalaneo, que confirma la visión de alguien que entiende la política de forma rastrera pese a que hayan dado en llamarle "Il Cavaliere". El Jefe del Gobierno italiano está rompiendo los moldes y las costumbres de la política europea aplicando su vieja forma de hacer y deshacer, como si de un cortijo se tratara. Está mal que eso lo haga en Italia, pero es su problema. Ahora, que intente aplicar ese estilo a la Europa comunitaria es inadmisible.
 
Ya no queda ninguna duda de que Silvio Berlusconi se la está intentando jugar al presidente Aznar. Su último anuncio no es una artimaña política más o menos medida: estamos ante una auténtica puñalada trapera. Después de haber dejado hacer y deshacer a su antojo a Francia y Alemania, el primer ministro italiano y, recordemos, también presidente de turno de la UE, ha dejado pasar los meses sin mover un músculo, impasible. Se ha permitido el lujo de perder un tiempo precioso en una cuestión capital. Ha actuado con una gran cobardía y con una estrategia de verdadero trapicheo.
 
Con intención –con muy mala intención– Berlusconi ha optado por dejarlo todo para el último minuto, pensando quizá que la presión puede hacer tambalear a Aznar. Pero grave error el del político italiano. Si Aznar se mueve bien es precisamente en ese ambiente de presión. Berlusconi, con la torpeza del que se cree que en política triunfa el déspota y el trilero, ha pensado que puede acorralar a Aznar con agobios de "último minuto". Y pueden estar seguros de que el error de cálculo es serio tratándose de Aznar.
 
En vísperas del Consejo Europeo, el primer ministro italiano se descuelga ahora con una propuesta secreta y de éxito. Se equivoca. Él, que tiene adormecida con un férreo control a buena parte de la opinión pública italiana, se cree que le vale el mismo juego en Bruselas. Pero que no se engañe, esas maquinaciones no valen ahora. Se puede quedar con sus "intoxicaciones", pero si la nueva Constitución europea no sale adelante tendrá un sólo culpable: Silvio Berlusconi.
 
El italiano ha demostrado –no puede sorprender a nadie– un talante político mezquino y unas formas lamentables. Lástima que el presidente Aznar haya tardado tanto tiempo en darse cuenta de que no era de fiar. El multimillonario primer ministro italiano pasa a engrosar esa lista de personajes que nunca debieron ser invitados a la boda de El Escorial. Él y toda su banda se la han jugado a España, a pesar de Tele 5 y de tantos otros favores recibidos. Como para hacer caso a Alejandro Agag. Este chaval, que no tiene mucho olfato para esas amistades, no estaría de más que dejara de enredar en los alrededores de Moncloa.
 
En fin, lo que ahora nos interesa es que el Consejo de Bruselas salga bien y que Aznar saque sus mejores armas políticas. Escarmentado está y esperemos que con ganas también.

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