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Encaramados a su medio millón de votantes, como buenos castellers, los muchachos que quieren romper España sin violencia se disponen a tomar el control político del gobierno catalán y, de paso, a ejercer su poder directo sobre los Mossos d’Esquadra, las escuelas y universidades, la política lingüística y la de bienestar social, el comercio, el consumo y el turismo. Todo esto entre las competencias de verdad. Entre las de mentira, se hacen con relaciones exteriores e inmigración. Ya puestos, podían quedarse con Gestión del Armamento Nuclear Catalán, o con Normalización del Espacio Exterior.
 
Si hemos de creerles, ellos confían en la pura persuasión para que los catalanes dejemos de considerarnos españoles. Luego todo caerá por su propio peso. Pero, ¿qué pasará si no nos convencen? El nuevo presidente del Parlament habló en su discurso de un camino sin retorno, dando por hecho que su proyecto sólo puede avanzar. No contemplan siquiera la posibilidad de que dentro de cuatro años, o de ocho, los votantes los devuelvan a la oposición y opten por proyectos no secesionistas. Mucha confianza es esa. O más bien mucha astucia, porque esa nueva forma de vender lo invendible, de empezar a vendernos a nosotros, parece dar sus frutos. Si la prensa nacional refleja la verdad del país, aquí se ha quedado casi todo el mundo atónito y con una sonrisa de estupidez: ¡anda, fíjate qué curioso, quieren la independencia por la vía pacífica! ¡Qué simpáticos!
 
Nunca debimos llegar a este punto. Si está ocurriendo es simplemente porque el olímpico Maragall, en vez de jubilarse, quiere hacer de reina madre por el patio de los naranjos, aunque ello suponga sumirnos en el caos. El papel que ha elegido le exigirá pronto movilizar a su partido para reivindicar un modelo de financiación que deje más dinero en Cataluña y, por tanto, menos en Extremadura, Andalucía y Castilla-La Mancha. Como no me imagino a Ibarra, Chaves y Bono aplaudiendo la idea, el futuro del PSOE pinta mal. Como sé las maravillas que es capaz de hacer un equipito de progreso en tres meses, lo de Rajoy pinta bien. Como nacieron para el poder, los de CiU no pintan nada. Para todos, incluidos los que creen que han ganado, pintan bastos.
 

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