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Era sólo una cuestión de tiempo que Frank Rijkaard estallara y ha decidido hacerlo en "La Gazzetta dello Sport" italiana. El entrenador holandés no ha dejado títere con cabeza al afirmar que a su plantilla le falta "lucidez, determinación, calidad y mentalidad ganadora". Y no sé si escucharía el otro día a su compatriota Johan Cruyff en "El Tirachinas" de la Cadena COPE, pero les ha diagnosticado la misma dolencia a sus jugadores: "Llevan demasiado tiempo en el Barcelona sin ganar nada". Ya decía yo que el 1-2 ante el Real Madrid y la posterior terapia de grupo no hacían presagiar nada bueno, y aquí está la prueba: Rijkaard tira contra todo el que se mueve, sin importarle lo más mínimo condición o razón social. O lo que es lo mismo: Rijkaard se quita de enmedio como si la "fiesta" no fuera con él. Y va.
 
El entrenador del Barcelona ya ha empezado a leer titulares de esta guisa: "si le echaran ahora cobraría su sueldo íntegro". Esto es, el "entorno" ha empezado a movilizarse. Que es exactamente lo mismo que sucedería en el Real Madrid con Carlos Queiroz si los resultados no llegaran, aunque con una diferencia de matiz muy importante: la calidad de la plantilla merengue es infinitamente superior a la azulgrana. Existe un dato desalentador que atañe directamente a los actuales jugadores del Barcelona y es que, según cuentan, en la bronca del otro día sólo uno se atrevió a alzar la voz replicando al entrenador: Carlos Puyol. El resto ni se inmutó.
 
La contratación de Frank Rijkaard fue un error provocado seguramente por las circunstancias. Un entrenador de fútbol tiene que llegar al banquillo del Barcelona después de haber hecho cosas muy importantes en otros equipos, y a Rijkaard no se le conoce ninguna heroicidad en ese sentido. Rijkaard aceptó entrenar a un equipo con esa calidad y con esos jugadores. Y supongo que sería consciente (y estaría informado) del calvario del club durante los últimos cuatro años. ¿Entonces?
 
Era sólo cuestión de tiempo que Frank Rijkaard estallara y lo es también que se cansen Laporta y Rosell. Este entrenador tendrá que contarnos algún día cómo pudo desmotivar a Luis Enrique hasta tal punto que parezca que todo le da exactamente igual. Está claro que es un problema trabajar con jugadores que llevan demasiado tiempo sin ganar nada. Desde ese punto de vista, no parece que constituya una idea demasiado buena fichar a un hombre que, como entrenador, tampoco ha ganado nunca nada a lo largo de su carrera profesional. De la suma de dos problemas surge un desastre absoluto.

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