Menú
Ignacio Villa

De la pluralidad al desmadre

Las críticas que se escuchan desde hace meses sobre la situación interna del PSOE se han quedado cortas, muy cortas. Ni el más duro analista con los desmanes de la calle Ferraz podría haberse figurado que la confusión interna de los socialistas iba a llegar a los límites que observamos ultimamente. Cada día tenemos nuevas sorpresas y nos encontramos con nuevas iniciativas surgidas desde las filas socialistas, por supuesto, con el beneplácito consciente de Rodríguez Zapatero.
 
De puertas adentro, todo lo que estamos viendo se ha convertido en una carrera de despropósitos. El PSOE celebra un concurso en el que sólo cuenta la última barbaridad y la última fanfarronada. Y tal como están sucediéndose los hechos, parece que la gran mayoría de los dirigentes del PSOE se sienten en la obligación de llamar la atención acuñando nuevas ocurrencias. Desde luego, el horizonte político que está diseñando Rodríguez Zapatero para su partido carece de explicación. Está poniendo todo de su parte para demoler cualquier vestigio de sentido común y de inteligencia.
 
La veda se ha abierto: no hay autoridad política, ni disciplina interna en una alocada carrera hacia ninguna parte, con el refrendo de Zapatero y de muchos de los líderes territoriales del PSOE, que están tirando de la cuerda, tensándola al máximo, en una serie de sucesivos gestos inadmisibles de puro egoísmo personal. A Rodíguez Zapatero ya no se le acumulan los problemas sobre de la mesa: el PSOE es en sí mismo todo un problema desolador y demoledor para cualquier estructura política.
 
En estos momentos tiene a Pasqual Maragall en Cataluña entregado a los radicalismos de ERC, dejando a Zapatero a los pies de los caballos y permitiendo que Carod Rovira humille públicamente a barones socialistas como Bono e Ibarra. Además, Manuel Chaves –el presidente del PSOE– se lanza a una ridícula e inexplicable reforma del Estatuto de Andalucía para ser, supuestamente, más fuerte que nadie. Por su parte, Patxi Lopez desde el País Vasco dice que la estrategia de Maragall en Cataluña hay que aplicarla en el Gobierno de Vitoria y, por sí faltaba alguien, Cristina Alberdi, un referente en la etapa de González, coge el portante y abandona una larga militancia socialista.
 
¿Alguien se puede creer que en el Partido Socialista no pasa nada? ¿Alguien puede pretender hacer creer a los ciudadanos que los socialistas apuestan por la pluralidad? El PSOE de Zapatero apuesta por el desmadre político. Un gesto, por cierto, que, además de asegurarle la derrota electoral, esconde una manifiesta cobardía política. Porque no parece que ninguna de las cuestiones expuestas más arriba sean simples anécdotas, o que sean fruto de la "maldad y de la prepotencia del PP". Tampoco parece que el secretario general del PSOE esté siendo capaz de poner mucho orden en su propio partido, ni que estemos ante un Partido Socialista pletórico en entusiasmo y acertado en estrategia.
 
En definitiva, visto lo visto no parece que la gestión que están ejecutando Zapatero y su equipo se pueda calificar de fructífera. Y es que no estamos ya ante unos cuantos errores. Nos encontramos ante una deriva peligrosa y preocupante. El PSOE vive una situación políticamente lamentable y, lo que es peor, no lo quieren reconocer. No quieren aceptar que en política, de vez en cuando, viene bien alguna rectificación. Aunque, ciertamente, lo que el PSOE necesita es una auténtica "cura de humildad". Por eso han pasado de la ficción de la pluralidad a la realidad del desmadre. El siguiente paso, se lo pueden imaginar...

En Opinión