Menú
Alejandro A. Tagliavini

La rebelión de los piqueteros

La receta parece simple para el presidente argentino Néstor Kirchner. Se trata que el Estado crea desocupados. Estos realizan manifestaciones y protestas. Entonces, debido a que no tienen trabajo y sí tienen hambre, el Gobierno crea programas asistencialistas al estilo de los seguros de desempleo. Pero surgen más desocupados y también aumentan las protestas. Consiguen más. Y así en una escalada que conduce a mayores actos de violencia, llegará el momento en que se acaben las dádivas del Estado o se decidirán no darles más.                   
           
Hoy, la principal preocupación de Kirchner es el movimiento "piquetero", conformado por los desocupados más pobres que realizan frecuentes protestas, a veces violentas y en ocasiones provocan la represión policial, con heridos y en más de un caso con muertes. Le preocupa al presidente porque más del 75% de la opinión pública exige que termine con estas protestas que causan muchísimos trastornos. Pero sobre todo le preocupa porque el 20 de diciembre festejarán el aniversario de las revueltas populares que se iniciaron cuando el entonces ministro Domingo Cavallo decidió iniciar la confiscación a los ahorristas bancarios –el llamado corralito-, en el mayor robo de propiedad privada en la historia argentina que, para colmo, avaló el FMI y que provocaron una furiosa represión policial, con muertos y una crisis política que culminó con la renuncia del presidente Fernando de la Rua.
           
Los "piqueteros" aseguran querer la paz, pero sus militantes de cara tapada y garrotes en las manos, pertenecientes a la izquierda más radicalizada, no inspiran ninguna confianza. Kirchner está convencido de que quieren obligarlo a salir a la calle a sangre y fuego. Y los “piqueteros” aseguran que temen “la infiltración policial, ya que la derecha quiere provocar acciones que justifiquen la represión”.
           
Ahora, ¿cómo crea el Estado la desocupación? Esta no se debe a la tecnología; por el contrario, los avances técnicos potencian el rendimiento del capital que es el que absorbe la mano de obra. Hoy, la mayoría trabaja en actividades posibles debido al desarrollo científico: automotrices, informática, etc. EEUU, el país tecnológicamente más avanzado, tiene muy baja desocupación comparado con Europa. Francia impuso la semana laboral de 35 horas y ahora está quebrada. Según el diputado galo Thierry Mariani, "el error del gobierno es imponer desde lo alto... " cuando "...cada empresa es única..." algunas pueden absorber la reducción del horario, pero otras no. La diferencia es que en Europa se pretende forzar de modo antinatural el progreso, imponiendo leyes laborales, mientras en EEUU el avance social es básicamente consecuencia del desarrollo natural. 
           
El gran economista francés Jacques Rueff (1896-1978) mostró la nefasta influencia del Estado al fijar coactivamente los salarios, seguros por desempleo y demás leyes laborales inflexibles. Según datos estadísticos que encontró de Inglaterra entre 1919 y 1925, existe una relación entre el número de desocupados y el coeficiente entre salarios y precios: a más altos los salarios, menor es la demanda de trabajo. Si los salarios hubieran bajado lo suficiente, la desocupación habría desaparecido. Si se impone un salario mínimo, quedarán desempleados aquellos cuya productividad es inferior al salario mínimo, es decir, los más pobres.
           
Así, el mercado natural actuando sin la intervención del Estado garantiza la plena ocupación, aunque no el nivel de los salarios que sube sólo con mayores inversiones, ya que el capital aumenta la demanda de trabajo, presionando los salarios hacia arriba. Los impuestos provocan la disminución de los salarios y las regulaciones laborales provocan la desocupación.
           
Pero a Kirchner su estatismo no le permite desregular el mercado laboral para terminar con la desocupación, ni bajar impuestos, como tampoco le permite terminar con el asistencialismo. Pero ya no le quedan recursos, de manera que cuando los "piqueteros" le vuelvan a pedir, o le roba a otro sector para darles y seguir dilapidando fondos o tendrá que negarse y enfrentará más violencia. Entonces, si responde con represión policial, podría pasarle lo mismo que a De la Rua.
 
©  AIPE
 
Alejandro A. Tagliavini es miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE (Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas) de Buenos Aires.
 

En Internacional

    0
    comentarios