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¿Dónde está la ONU?

La ONU huyó cobardemente de Irak. Su Secretario General, Kofi Annan, tuvo que escuchar el pasado martes las amargas críticas del Ministro de Asuntos Exteriores iraquí, que le reprochó no sólo que la ONU no hubiera hecho nada durante décadas para derribar un régimen sangriento que pisoteaba impunemente los derechos humanos de millones de iraquíes, sino que tras la caída del régimen, la Organización se haya marchado de su país y pretenda gestionar la ayuda humanitaria a distancia desde sus seguros refugios de Jordania y Chipre.
 
El terrible atentado terrorista que costó la vida al máximo representante de la Organización, el brasileño Sergio Vieira de Mello, y al capitán de navío Manuel Martín-Oar demostró que para los terroristas la mayor legitimidad que otorgan muchos a una hipotética autoridad de la ONU frente a la actual de la Coalición, autoridad provisional en cualquier caso legitimada también por una resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, es absolutamente irrelevante. Para los terroristas cualquier fuerza civilizadora y democrática es un objetivo igualmente legítimo para atacar y destruir. No está clara, por tanto, cual sería la ventaja de un Administración de la ONU ni en términos de legitimación ni de mayor respaldo dentro de Irak.
 
Pero lo que sí están claras son las desventajas. Los propios informes internos de Naciones Unidas han puesto en evidencia los fallos de seguridad que adolecía su sede en Bagdad. Es difícil saber cómo una organización que no es capaz de garantizar la seguridad de su propia sede puede suponer una garantía para el conjunto del país. Pero además, dicho con todo el respeto, la reputación de la burocracia internacional de la ONU, basada más en criterios de reparto de cuotas de poder entre países que en criterios de eficacia, no es precisamente de las más brillantes del planeta.
 
Esto no significa que la ONU tenga un importante papel que cumplir en materia de ayuda humanitaria e incluso en el asesoramiento político a las nuevas autoridades iraquíes. Por eso sería importante que decidiera volver a Irak cuanto antes y se comprometiera a fondo en la reconstrucción del país, en vez de seguir con un discurso lastimero quejándose de lo mal que van las cosas y de que no le dan el papel que le corresponde.
 
Los mismos que se opusieron a la guerra no cesan de clamar ahora que el éxito de la transición iraquí depende de que la ONU asuma mayor protagonismo. Pero la realidad es que la ONU se ha marchado de Iraq y tiene aún demasiado miedo para volver.
 
GEES: Grupo de Estudios Estratégicos.

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