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Bruce Bartlett

Las demandas aumentan el desempleo

Estamos oyendo a todos los políticos lamentar la pérdida de puestos de trabajo en la industria manufacturera y exigir nuevas medidas. Pero lo único que demandan es proteccionismo, un remedio peor que la enfermedad. Las verdaderas razones de la caída del empleo industrial no se examinan.
 
La semana pasada, la Asociación Nacional de Fabricantes (NAM) y la Alianza de Fabricantes (NAPI) publicaron un estudio indicando los verdaderos problemas de la industria. No se originan en Asia, sino en casa. EE.UU. impone tales costos a sus fábricas que les dificulta competir. Sin esas pesadas imposiciones gubernamentales, las empresas norteamericanas serían mucho más competitivas, lo cual se traduciría en más puestos de trabajo y mejores sueldos.
 
La investigación de NAM/MAPI identifica cuatro áreas donde los fabricantes norteamericanos sufren pesadas desventajas en comparación con sus principales competidores. Estas aumentan en 22,4% el coste de la fabricación e incluyen los impuestos a las empresas, beneficios sociales, costes en reducción de la contaminación y demandas por daños.
  • En promedio, los impuestos a las empresas son un 5,6% más altos que los de nuestros competidores. Sólo Japón los tiene más altos, mientras en China y Taiwán son un 15% más bajos.
  • Los beneficios a los trabajadores, especialmente relacionados a gastos sanitarios, son un 5,5% más altos. Sólo Corea del Sur, Francia y Alemania tienen mayores costos por beneficios laborales.
  • Los gastos por reducción de la contaminación son 3,5% más altos. Ningún competidor tiene mayores gastos relacionados a la contaminación.
  • Los pagos a demandantes por daños en nuestro sistema legal es un 3,2% más costoso. Ningún otro país confronta la frecuencia y monto de demandas por parte de abogados litigantes.
Este último punto está respaldado por un nuevo estudio del grupo de consultores Tillighast-Power Perrin que estima que las demandas por daños alcanzaron 233.000 millones de dólares en 2002, lo que equivale al 2,3% del PIB. Se trata de un impuesto de 809 dólares al año a cada ciudadano, impuesto que se paga en precios más altos de bienes y servicios, primas de seguros más altas y caída del nivel de vida.
 
La revista Newsweek del 15 de diciembre explica cómo las demandas por daños personales y por supuesta negligencia médica han afectado la calidad de la vida en EEUU. Campos de juegos para niños han sido cerrados, torneos deportivos cancelados, los sacerdotes temen consolar a sus feligreses, los entrenadores temen ser demandados cuando no escogen a un niño, etcétera. Ciudades grandes como Nueva York y Chicago se han visto obligadas a reducir sus servicios para los pobres por el coste de las demandas. En 1999, la ciudad de Nueva York pagó 408 millones de dólares por demandas judiciales.
 
Está claro que los daños personales legítimos merecen compensación. Pero cada día menos y menos dólares compensan a los afectados. Según el estudio de Tillinghast, apenas 22 centavos de cada dólar van a compensar pérdidas económicas. El resto fue al bolsillo de abogados y por daños punitivos en base a “dolor y sufrimiento”.
 
Debido a que hoy los jurados están dispuestos a adjudicar montos absurdos, los tribunales se han convertido en una lotería, fomentando que abogados sinvergüenzas y demandantes voraces se aprovechen del sistema. Newsweek describe el caso de una mujer que recibió una adjudicación de 28.000 millones de dólares al culpar a las tabacaleras de su hábito de fumar y de su cáncer pulmonar. En Alabama, un jurado adjudicó 12.000 millones de dólares al estado en una demanda contra ExxonMobil por violación de acuerdos de arrendamiento.
 
Si se tratara sólo de dinero, el problema no sería tan grave. Los jueces de apelación generalmente reducen tales montos. Pero como las empresas temen las demandas, cambian su manera de operar, lo que afecta negativamente a todos. Por ejemplo, se estima que entre 50.000 y 100.000 millones de dólares se desperdician cada año en exámenes que los médicos ordenan sólo para protegerse de la posibilidad de una demanda. Y como estamos viendo en la actual epidemia de gripe, los laboratorios farmacéuticos han reducido su producción de vacunas debido a las demandas.
 
La gente no es consciente del alto precio que pagan por un sistema de demandas sin control, pese a que una reciente encuesta indica que el 76% de los norteamericanos creen que sus gastos médicos son más altos debido al exceso de demandas. Y dos tercios de la población sabe que esas demandas dañan la economía y la creación de nuevos puestos de trabajo. Pero cada intento de reformar el sistema es bloqueado por abogados que se han enriquecido y convertido en los mayores contribuyentes del Partido Demócrata.
 
© AIPE
 
Bruce Bartlett es economista y académico del National Center for Policy Analysis (NCPA).

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