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Víctor Cheretski

El COMECON criminal

Europol ha hecho estos días una "gran revelación". Resulta que, con la ampliación de la UE, las mafias del Este tendrán oportunidades sin precedentes para hacer negocios. Habrá una mezcla, cada vez más frecuente, de actividades legales e ilegales de los grupos criminales, que utilizarán empresas legales para blanquear el dinero e invertir los beneficios de sus actividades en la economía ilegítima.
 
La única conclusión que podemos sacar de estas "revelaciones" es que las autoridades policiales no leen Libertad Digital ni otras publicaciones sensatas que hablan desde más de diez años del peligro de penetración de las mafias del Este en la vida económica de Occidente. Lo que se producirá con la ampliación de la Unión Europea no es el comienzo del proceso sino su final: la integración completa de las estructuras mafiosas en la sociedad europea. Porque estas mafias preparan desde hace muchos años su integración en la civilización occidental mientras que Occidente sigue sin entender el verdadero alcance de este peligro. En el mismísimo informe de Europol se habla de las "mafias" dedicadas a la inmigración ilegal, la prostitución y otras cosas de poca monta.
 
¡Qué ingenuidad! Estas últimas ni son mafias ni representan ningún peligro estratégico para Occidente, siempre y cuando la policía haga bien su trabajo. La mafia del Este es un fenómeno completamente distinto. Son estructuras criminales poderosas, estrechamente vinculadas con el poder en sus países, hasta tal punto que no se sabe donde termina el Estado y donde comienza la mafia. Tienen ambiciones políticas y posibilidades financieras sin límites. Son capaces de corromper no sólo la economía occidental sino también su vida social y política. Son invencibles y en muchos casos sirven los intereses de sus respectivos Estados.
 
Para que quede más claro lo que es la mafia del Este contaré una historia que me pasó hace siete años en Moscú. Un día me llamó un amigo y me pidió que asesorara sobre España a un "señor muy importante". "Paga bien, pero hay que tener cuidado porque es un poco… mafioso", me comentó el amigo. Al día siguiente vino a buscarme un "Mercedes 600". Un "gorila" tatuado y armado con "kalashnikov" me abrió amablemente la puerta. Durante el camino, su compañero, el chofer-hablador no paraba de decirme que no le gustaban los fusiles ni las pistolas, sino las granadas de mano. Llevaba siempre un par de ellas encima y una caja en el maletero.
 
El "capo", vestido de Versace, me recibió en su despacho de lujo. En la pared se le veía en una foto con el presidente Yeltsin entregándole una medalla. Tenía un gran "holding internacional": fábricas de champán falsificado, construcción, casinos y clubs, venta de coches de lujo, presuntamente robados, etcétera. La mitad de los "negocios" se encontraban en Hungría. Entre sus socios figuraban altos funcionarios de ambos Estados. Todos tenían pasaportes diplomáticos. El "capo" poseía, además de la nacionalidad rusa, la húngara. Era un hombre semi-analfabeto, con pasado carcelero, pero con una gran visión de futuro. Le interesaban las perspectivas de la integración de Europa y también la posibilidad de "invertir" en España.
 
Nunca mis humildes conocimientos sobre política internacional fueron valorados tan altamente. Salí de su despacho con los bolsillos llenos de billetes y con el presentimiento de que ese hombre conquistaría el mundo.
 
En los últimos diez años miles de empresas rusas, controladas por la mafia, saltaron las fronteras de su país y se instalaron en los Estados que antes pertenecían al bloque soviético. El gran COMECON bolchevique, el "mercado común" del Este, desaparecido tras el colapso del comunismo, resucitó en su variante mafiosa. Ahora los criminales se frotan las manos a la espera de los subsidios europeos y las perspectivas que les abre la Europa sin fronteras.
 
Rusia no entra en la Unión Europea, la mafia rusa sí.

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