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EDITORIAL

Los Presupuestos vascos y la candidatura nacionalista

Tras los infructuosos esfuerzos de su Gobierno por lograr el respaldo de los representantes de ETA en el Parlamento Vasco, la vicelehendakari y consejera de Hacienda, Idoia Zenarruzabeitia, ha cometido la insultante desfachatez de acusar al PP y al PSE de "pactar" con Sozialista Abertzaleak el voto en contra de los presupuestos vascos. Según la vicelehendakari, "estos tres partidos son aliados objetivos y estaban buscando una concertación de fuerzas para boicotear la acción del Gobierno vasco". Si no fuera porque la relación entre estos supuestos "aliados" no es otra que la que tienen las víctimas con sus verdugos, el grado de mezquindad y de hipocresía alcanzado por la vicelehendakari podría resultar hasta cómico. No lo es en absoluto y, por el contrario, debería ser objeto de una querella contra Zenarruzabeitia por parte de las dos formaciones constitucionalistas.
 
Es innecesario tener que decir a nuestros lectores que las razones por las que el PSE y el PP han votado en contra de los presupuestos vascos son diametralmente opuestas a los motivos por los cuales lo han hecho los parlamentarios de ETA. Mientras el PP y el PSE han rechazado justificadamente unos presupuestos cuyo objetivo primordial es la exclusión de los no nacionalistas inherente al secesionista "Plan Ibarretxe", el voto en contra de los etarras es el desenlace provisional de una serie de negociaciones –no concluidas todavía– que tienen como trasfondo el reparto de poder en la deriva secesionista y los prolegómenos de una candidatura conjunta única para las próximas elecciones generales entre la formación ilegalizada de Otegui y los partidos que componen el actual Gobierno vasco.
 
Los parlamentarios etarras, Arnaldo Otegui y Fernando Barrena, de hecho, se felicitaban hace poco de "la gran receptividad que hemos encontrado" en la primera ronda de contactos mantenida hace unos días para sacar adelante la iniciativa. Entre los interlocutores "receptivos", Otegui citó al PNV, EA, Aralar y los sindicatos ELA, ESK, STEE e IRU.
 
No obstante, en el forcejeo entre las distintas ramas del nacionalismo, Otegui ha hecho pública una mayor proximidad con EA, al tiempo que se resiste a tener que repudiar a ETA para que el PNV pueda tranquilizar a los sectores más conservadores de su electorado. Con este trasfondo, Sozialista Abertzaleak anunció que en el Debate de los Presupuestos se abstendría en las partidas correspondientes a departamentos dirigidos por Eusko Alkartasuna, y que votaría en contra de los del PNV e IU, por lo que facilitaría una aprobación parcial. Sin embargo, el presidente del Parlamento vasco, Juan María Atutxa, ha decidido que se votara el dictamen en su conjunto, y no partida a partida, de modo que los proetarras han tenido que votar en contra de todo y los presupuestos han quedado rechazados.
 
Visto este desenlace, la vicelehendakari no ha hecho más que utilizar la conocida y totalitaria argucia de la "amalgama", que presenta como aliadas a formaciones rivales por la coincidencia en el sentido de un voto, pese a deberse a razones opuestas. Los españoles ya conocemos lo suficiente a los que "sacuden el árbol" y a los que "recogen las nueces" como para que sus controversias tácticas y sus desencuentros puntuales nos hagan olvidar ahora la coincidencia de sus objetivos secesionistas. Que el Gobierno vasco pretenda, encima, como prueba de cargo para emparejar en una "maniobra política conjunta", a los representantes de una banda de asesinos y a los representantes de sus víctimas, es el colmo del cinismo.

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