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Hay historias míticas de celos entre futbolistas. Me hubiera gustado mucho conocer la opinión de Didí, el inventor de la "folha seca", sobre su famosa rivalidad con Di Stéfano. Desgraciadamente Waldir Pereira murió y sólo nos queda la opinión de la "saeta" acerca de lo que aconteció con el magnífico futbolista brasileño. En Gracias, vieja, una biografía autorizada y quién sabe si excesivamente permisiva con el mítico delantero argentino, Di Stéfano comenta lo siguiente: "Didí llegó como una estrella. Nadie puede dudar de su calidad técnica, de su exquisito toque de balón, pero nosotros necesitábamos un rompedor, un jugador de quite. Él era de pase y atacante, tenía una gran visión de juego, pero el trabajo sucio no le iba (...) No se quiso dar cuenta de que el equipo no podía trabajar para él".
 
Resulta curioso que el capítulo dedicado a Didí en dicho libro de memorias se titule "Los celos de Didí", cuando en aquella época hubo un sector muy importante de aficionados que comentaba que quien precisamente tenía celos del brasileño era Di Stéfano. Y al "9" se le escapa un elocuente "nosotros necesitábamos un rompedor"... ¿"Nosotros necesitábamos"? Está claro que futbolista y Real Madrid eran exactamente la misma cosa, confundiéndose y yendo mucho más allá de los límites estrictamente reglamentarios del estadio Santiago Bernabéu. Es posible que todo aquello fuera incluso razonable tratándose de Di Stéfano pero el caso es que Didí duró muy poco en el club y la "saeta" siguió escribiendo la historia.
 
Ahora acaba de salir Nicolás Anelka explicando en una televisión que Eto'o le advirtió nada más llegar al Real Madrid que no tendría colaboración alguna por parte de Raúl y Morientes, implicados en un complot para no pasarle nunca el balón. El francés va más allá y dice que Hierro, Redondo y el propio Raúl fueron a hablar con el presidente (Lorenzo Sanz) para pedirle una explicación por su fichaje. Pero el motivo del fracaso de Anelka en el Madrid no fue el complot —si es que realmente existió— de Raúl y Morientes sino su propio empecinamiento por pelearse con el mundo, un síndrome que sufrieron antes que él Esnaider, Vieri o Djalminha. Más preocupante e ilustrativa me parece la respuesta de Guti el otro día cuando le preguntaron sobre la actuación de Casillas ante el Eibar: "Iker hizo lo que debía, si no jugaríamos sin portero". ¿Estarán un poco hartitos de que los periodistas estemos todo el santo día hablando de Iker? Afortunadamente cuando Guti juega (poco) no lo hace en la defensa.

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