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Ignacio Villa

Todos a la greña

A este paso nos vamos a quedar sin calificativos para valorar la situación interna del PSOE, y eso que todavía estamos a dos meses de las elecciones generales. El Partido Socialista de José Luis Rodríguez Zapatero vive en una inquietud permanente, con tormentas internas y con una disparidad de planteamientos que ha convertido al principal partido de la oposición en una estruendosa caja de los truenos.
 
No es ninguna exageración decir que cada día que pasa tenemos alguna sorpresa. Por lo que estamos viendo, esta semana le toca el turno a Juan Carlos Rodríguez Ibarra. El presidente de Extremadura, que proponía el lunes limitar la presencia de los nacionalistas en el Congreso, ha sido contestado airadamente desde su partido. El propio Zapatero ha dicho que no esta de acuerdo y el líder de los socialistas vascos, Patxi López, ha ido mas allá añadiendo que el presidente extremeño "no respeta el derecho de las minorías". Ante estas críticas, Ibarra no se ha callado, calificando de hipócritas a aquellos que, a la hora de la verdad, se esconden cuando hay que afrontar el problema de los nacionalismos.
 
Los socialistas viven una autentica batalla campal que puede tener un tremendo desenlace electoral. La ausencia absoluta de liderazgo hace que cualquier socialista campe por sus fueros sin encomendarse a la dirección del partido. Todas las ocurrencias se hacen públicas, sean cuales sean, se responden en los medios de comunicación, se critican sin ningún pudor y con una carencia absoluta de estrategia. Con este panorama, Zapatero –que ha cedido tanto y a tantos– ahora ya no puede recoger velas. Tiene las manos atadas. A él, que tanto predicó el "cambio tranquilo", lo están trasquilando sus propios compañeros de partido: un día unos, al siguiente los contrarios, unos pactan con quienes quieren, otros critican los pactos. Es un espectáculo bochornoso, lamentable y que va a provocar unos resultados demoledores para la calle Ferraz.
 
Pero lo más grave para el PSOE es que, con este panorama, ni siquiera les da tiempo a debatir sus propias propuestas electorales, como son las fiscales o las educativas. Es verdad que son propuestas que no tienen mucho sentido y que no se mantienen en pie por su imposible financiación, pero lo cierto es que se vive un grado de torpeza tal en el PSOE que al día siguiente de anunciar lo que deberían ser sus "propuestas estrella", ya nadie habla de ellas porque todos han vuelto a la gresca de la forma más cruel. Los socialistas, "notables", "suficientes" y hasta "insuficientes", se van superando con el paso de los días. Sin darse tregua ni a sí mismos, parecen dispuestos a cosechar los peores resultados de su historia reciente.
 
Están actuando como niños, inconscientes de la gravedad de su situación y con la felicidad del ingenuo. El PSOE de Zapatero camina hacia la nada política sin vergüenza alguna. Con este partido hay que preguntarse cada noche: ¿que harán mañana? Lo dicho, a este paso nos quedaremos sin palabras para calificar lo que ocurre en la calle Ferraz. No hay duda de que se van superando.

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