¡Qué será de nosotros! Faltan dos meses para el catorce de marzo y los socialistas siguen soltando lastre. El PSOE de Zapatero mantiene incansable una estrategia consistente en dilapidar toda la herencia histórica de los socialistas. El secretario general del PSOE ha renunciado a dos señas de identidad muy importantes para una formación política: el carácter nacional de sus propuestas y una consistente disciplina interna que convirtió en su momento al PSOE en un partido infranqueable. Dos herencias que ya han sido trituradas por la inoperancia de una dirección que lleva mucho tiempo desaparecida.
Definitivamente, Zapatero ha sido incapaz de enderezar un partido que no ha levantado cabeza. Ocho años después de la última derrota del PSOE, siguen pagando la desastrosa política interna de Felipe González. En las filas socialistas, no se quiere reconocer que el verdadero daño se hizo entonces.
González, enterrado en La Moncloa entre el billar y los puros, desentendido de Ferraz, huidizo a la hora de asumir responsabilidades políticas en la corrupción y convencido de que su liderazgo era intocable, dejó tras de sí un rastro del que el PSOE no se ha recuperado. Los socialistas siguen encerrados en su propio laberinto. Primero fue Joaquín Almunia con una perniciosa gestión; luego llegó Zapatero que pasó, en cuestión de meses, de ser "la esperanza blanca" a la triste realidad; y ahora nos enfrentamos a una de las crisis políticas más importantes de estos últimos veinticinco años.