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EDITORIAL

¿Era necesario manipular para oponerse a la guerra?

La crisis en la BBC tras la publicación del informe del juez Hutton sobre el "caso Kelly" se ha cobrado su segunda dimisión. Un día después de que el presidente de la cadena de televisión británica renunciara al cargo, el director general le ha secundado. El informe de Lord Hutton considera que no tenían fundamento las informaciones de la BBC en las que acusó al Gobierno de haber manipulado documentos oficiales para exagerar la amenaza iraquí y justificar así su intervención en la guerra. El juez ha demostrado probado que el “manipulador” no fue Blair, sino la cadena pública británica.
 
Las fulminantes dimisiones de ambos directivos son todo un ejemplo de asunción de responsabilidades que ciertamente no cunde en estas latitudes. El tratamiento informativo –que no ya editorial- que muchos medios de comunicación dieron de la intervención militar en Irak y están dando de la posguerra es todo un ejemplo de manipulación, tal vez menos puntual y concreta que la descubierta en el caso Kelly, pero, en su conjunto, mucho más distorsionadora de la realidad pasada y presente de Irak. Decir, como reiteradamente se dice, que los aliados justificaron su intervención por la existencia de armas de destrucción masiva, no es sólo silenciar las otras múltiples razones que adujeron, sino también una forma manipuladora de referirse a la de no querer correr el riesgo de que Sadam llegara a dotarse de ese tipo de armamento.
 
Si hacemos una encuesta de si los españoles creen que Sadam Hussein estaba relacionado con Al-Qaeda, es fácil comprobar que la inmensa mayoría no lo cree así. Este error de apreciación absolutamente generalizado, lejos de ser casual, es fruto de una reiterada campaña de desinformación a cargo de la inmensa mayoría de nuestros medios de comunicación que se oponían a la guerra. Son estos medios los que no se han cansado de decir que un “dictador laico” como Sadam nada tenía que ver con el terrorismo islámico. Y eso que algunos medios sabían de la financiación y entrenamiento de organizaciones palestinas a cargo del régimen baazista, sin embargo, tal vez estas organizaciones por asesinar, a diferencia de Al-Qaeda, sólo judíos, no eran merecedoras de ser denunciadas como terroristas. Recordamos un medio de comunicación que, tras la guerra, llegó a afirmar en un titular que “Bush admite ahora que Sadam no estaba relacionado con los sucesos del 11-S”, ¿No da la impresión de que Bush rectificaba, a pesar de que siempre ha negado la relación directa de Sadam con los ataques a las torres gemelas?
 
Con la carga de lucha heroica contra la opresión totalitaria que tiene la palabra “resistencia”, ¿no es absolutamente manipulador referirse con ella a los terroristas y nostálgicos de Sadam cuya inmensa mayoría de víctimas son iraquíes y cuyo régimen añorado ha sido lo más próximo al regimen nazi que haya conocido Oriente Medio?
 
No queremos, aunque parezca lo contrario, retomar ahora un debate pasado. El "caso Kelly" sólo nos ha hecho recordar que los pocos que respaldamos esa guerra jamás creímos que fuera necesario tal grado de manipulación y desinformación para oponerse a ella. En que jamás lo sea, es imprescindible que estemos de acuerdo muchos más.

En España

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