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Juan Carlos Girauta

De Perpiñán a Madrid, pasando por TV3

En un alarde de manipulación, que recuerda los mejores congresos del Partido Comunista Rumano de Ceaucescu, TV3 nos ha venido a decir que el 92 % de los catalanes aprueba la entretenida merienda de Antza, Carod, Ternera y Renyer. El otro 8%, se infiere, son los que no la aprueban porque la consideran una ingenuidad de dos de los asistentes, gente de buena fe que, al fin y al cabo, sólo pretende acabar con la violencia. Los que no aprobamos la fiesta ni nos tragamos que el presidente en funciones de la Generalidad y el miembro de su Consejo Consultivo actuaran con ingenuidad, no debemos existir o no debemos ser catalanes. Y nosotros sin saberlo.
 
Invito a una reflexión a ese cien por cien de la Cataluña en miniatura de TV3. ¿A nadie le extraña, ni que sea un poquito, que un intento de acabar con la violencia sea rechazado, y hasta considerado delito, por las víctimas de dicha violencia y por los representantes de quienes pueden llegar a serlo? Imaginemos que somos tan obtusos que no nos damos cuenta de la coincidencia de objetivos políticos entre ETA y ERC. Aun así, seguiría siendo obvio que los independentistas catalanes no están amenazados por los terroristas. Y sin embargo, esa Cataluña que TV3 se inventa a mayor gloria de su jefe concede a la supuesta estrategia pacificadora de Perpiñán más credibilidad que a las víctimas del terrorismo y a los representantes de los partidos que ponen los muertos, los mutilados, las viudas, los huérfanos, las lágrimas, el orfidal y el miedo.
 
El país de las maravillas de la televisión de la Generalidad debe considerar un auténtico mesías al líder separatista, que sabe lo que nos conviene mejor que nosotros mismos. Un mesías con bigote, frenillo, apellidos inesperados y traje de Antoni Miró, pero un mesías al fin que se sacrifica por nosotros. Porque auque fuera presidente en funciones, acudió al guateque a título personal, igual que el miembro del Consejo Consultivo. Si se hubiera llevado a Perpiñán cien mossos a caballo y una banda de música habrían ido todos a título personal.
 
Antes se iba mucho a Perpiñán a título personal para ver cómo Marlo Brando, en la escena de la mantequilla de El último tango en París, sodomizaba a Maria Schneider. Presiento que Pérez se ha crecido y quiere untar con mantequilla al Congreso de los Diputados entero. Siempre habrá alguno al que le guste, pero yo casi prefiero que antes le administren el bromuro de los artículos 576 y 451 del Código Penal. A título personal, claro.

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