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EDITORIAL

Maragall, nostálgico de Rovira; Zapatero, del "no a la guerra"

Los "notables" de Zapatero y presidentes de Castilla-La Mancha y Extremadura, José Bono y Juan Carlos Rodríguez Ibarra, consideran que una vuelta de Carod-Rovira al gobierno catalán tras las elecciones generales constituiría una "burla" para Zapatero. Vistas sus lamentables expectativas electorales, está por ver que el actual candidato socialista a la presidencia del Gobierno esté para entonces al frente del PSOE. En todo caso, la "burla" a la que se refieren Bono e Ibarra ya se ha cometido, pero ha sido el "compañero" Pasqual Maragall quien la ha llevado a cabo.
 
Tras conocerse la noticia de los impresentables trapicheos de Carod Rovira con ETA, ha sido Maragall el que ha rechazado su dimisión, el que lo ha mantenido como miembro "sin cartera" de su gobierno, el que ha dicho que, respecto a ETA, prefiere al independentista antes que al que figura como socio de Zapatero en el Pacto Antiterrorista. Ha sido, por último, Maragall quien acaba de ofrecer al dirigente de ERC que vuelva tras las generales al gobierno catalán cuya permanencia en estos momentos es incompatible legalmente con su decisión de presentarse como candidato número uno de su partido por Barcelona. No será Carod-Rovira volviendo, sino que es Maragall diciéndole que tendrá las "puertas abiertas", quien se ha burlado de Zapatero. La única "condicional" que le ha impuesto Maragall al independentista para volver a tenerlo como consejero es que "sea respetuoso y leal con las instituciones"; sin embargo, vista la forma de reaccionar de Maragall cuando Rovira no ha sido ni lo uno ni lo otro, más que una condicional para el cargo que le espera lo es para que tenga adscrita una cartera.
 
¿No es una burla que Maragall vuelva a pensar que un dirigente independentista y antisistema como Carod Rovira -que además no es la primera vez que trapichea con ETA y que se siente orgulloso de ello- vaya a convertirse tras las generales en alguien "respetuoso y leal con las instituciones"? ¿No es un acto de hipocresía que Maragall se lo demande cuando ha sido el propio presidente socialista catalán el que se ha mostrado dispuesto a no serlo, al amenazar con un "drama" y una ilegal convocatoria de referéndum en pro de una reforma estatutaria completamente inconstitucional?
 
Si de Zapatero ya se han burlado, también hay que recordar que ha sido el candidato socialista quien, al dictado nuevamente de Prisa, ha tenido que dar el visto bueno al caso omiso que le ha hecho. Tan satisfecho se ha mostrado como ya tuvo que hacerlo con Maragall cuando este, amenazando con "el drama" que nos esperaba a los españoles si las Cortes generales se opusieran en el futuro a su reforma estatutaria, daba implícita y públicamente por segura la victoria de Rajoy...
 
Si Zapatero ha tenido que respaldar a Maragall en todas estas humillaciones de las que ha sido objeto, es por la debilidad -no el masoquismo- de su liderazgo. Sin embargo, ambas cosas parecería que se unieran en el asunto que el candidato socialista ha elegido este lunes para desviar la atención de la opinión pública. Zapatero vuelve con el "no a la guerra". Al candidato socialista le van a venir bien para este propósito las manipulaciones en torno a la cuestión de las armas de destrucción masiva en Irak y la visita esta semana de Aznar a EE UU -efecto perverso, dicho sea de paso, en cuya enmienda Rajoy podría entretenerse-. Sin embargo, no deja de resultar patético que, para hacer olvidar a los electores la compañía de Maragall/Rovira, Zapatero, con su vuelta al "no a la guerra", esté dispuesto a recordarles la vivida con Llamazares.
 
Tal vez hubiera sido mejor que volviera a intentar convencernos de que con él a los impuestos les pasaría lo que nunca les ha pasado en ningún momento y lugar donde ha gobernado el PSOE: que bajen. Sin embargo, para colmo de males, este domingo ha salido el coordinador del Programa Económico del PSOE, Miguel Sebastián, con unas declaraciones -tan sinceras como inoportunas- en las que ha reconocido los logros económicos del PP y ha señalado, sin ambages, que el PSOE no va a bajar los impuestos ni las cotizaciones.
 
Visto el panorama, lo sorprendente es que Rajoy no quiera darle la puntilla a Zapatero en un debate televisado. ¿Será que el candidato popular quiere corresponder a tantos servicios que, desde el PSOE, le han prestado a su campaña?

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