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Agapito Maestre

La verdad terrorista

Mientras el PSOE quiere amortizar rápidamente el problema de Cataluña para volver al asunto de la guerra de Irak, bueno es ilustrar que su táctica para gestionar la crisis del tripartito es similar al comportamiento de la Academia del cine español: culpan de sus perversas actuaciones a quienes se atreven a criticarlos. ¡No admiten la crítica, la posibilidad de salir de su minoría de edad a través del uso público de la razón! Que las victimas de los terroristas critican la película de Médem, los del cine defienden la libertad de expresión del barbián. Que los ciudadanos critican la entrevista de Rovira con los criminales de ETA, pues aparecen sus socios en el gobierno de Cataluña y ocultan el problema porque, según su propaganda, ha sido filtrada por el Gobierno de la nación para desprestigiar al PSOE en la campaña electoral.
 
La verdad terrorista, sin embargo, descalifica ese obsceno procedimiento ideológico. El terrorista no miente. Cuando avisa que asesinará, no duden de que cumplirá lo dicho. En eso reside su fuerza. El día que mienta sobre su afán de matar, ciertamente, habrán perdido todo su crédito para aterrorizar. El terrorismo siempre dice la verdad sobre sus objetivos. Incluso, como sabía Robespierre, el terrorista se considera un hombre virtuoso. ¡Y de palabra! Otra cosa son sus seguidores, sus ideólogos, que tienen que enarbolar consignas para persuadir a las personas normales de que los terroristas son buenos. Es la diferencia entre Josu Ternera y Julio Médem. El primero siempre será implacable, procurará decir públicamente y sin tapujos su verdad; y si se ha reunido con Rovira, será el primero en pregonarlo. ¡De ninguna manera puede mentir, ocultar esa reunión, porque es la base de su poder! El segundo, por el contrario, mostrará vacilaciones a la hora de discutir sus maldades, incluso se mentirá a sí mismo para protegerse de su propia maldad. El terrorista es salvaje. El ideólogo del terrorismo es cobarde. Ternera mata y huye. Médem hace una película a favor de ETA y se esconde bajo las mentiras de la manada para espetarnos: “Estoy contra ETA, pero no me pongo la pegatina porque me han calumniado las víctimas de ETA”. ¡Cuánta mala fe contienen estas palabras!
 
En fin, porque el terrorista jamás argumenta, sino que mata bajo anuncio previo, es el primer interesado de avisarnos públicamente de su putrefacta “verdad”. ETA es la primera interesada en filtrar la negociación con Rovira para asustarnos: porque seguimos matando nos visitan quienes tienen nuestro mismo objetivo, la destrucción de España, aunque les falte vileza para asesinar. La verdad terrorista ha dejado sin táctica al PSOE y a los pobres actores del cine español.

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