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Pedro Fernández Barbadillo

¡Qué caro es pertenecer al pueblo elegido!

Uno de los argumentos más habituales al que recurren los peneuvistas para convencer de su superioridad racial y política consiste en el “nosotros lo hacemos mejor”, en contraste con los españoles, sucios, vagos y chapuceros.
 
Así, Xabier Arzalluz declaró lo siguiente a un asombrado Adam Michnik (agosto de 2001): “Cada vez que el Estado ejerce una facultad, las cosas van peor que cuando esas facultades pasan a nuestras manos. No es orgullo. Sencillamente somos más ordenados, más trabajadores. Sabemos hacer las cosas mejor y con menos dinero. No necesitamos a Madrid para nada”.
 
Con motivo del Plan Ibarretxe, se ha difundido entre sus defensores la consigna de repetir que con él se busca el bienestar de todos los vascos. El propio lendakari afirmó en Buenos Aires (Clarín, 1-12-2002): Lo que hemos visto con el autogobierno es que cada vez que hemos tenido una nueva competencia, hemos hecho mejor las cosas. Cuando hemos tenido la capacidad de autogobernarnos hemos tenido capacidad de generar mayor bienestar. Autogobierno político para nosotros ha sido igual a mayor bienestar”.
 
Para refutarlo, se podría replicar con hechos tan simples como el precio de la vivienda en Bilbao y San Sebastián, o que la Ertzaintza es el cuerpo policial mejor pagado de Europa (afirmación del consejero Balza), pero la campaña electoral nos permite fijarnos en otro asunto: el autogobierno hace de los vascos los españoles que más impuestos pagan.
 
Después de la última reforma del IRPF aprobada por el Gobierno español, el tipo mínimo de la escala del impuesto en territorio común (todo salvo la comunidad vasca y Navarra) es del 15% y el máximo del 45%. En cambio, en las provincias de Vizcaya, Guipúzcoa y Álava los mismos porcentajes son del 17% y del 50%. Con la propuesta de Mariano Rajoy de proceder a una nueva rebaja de los tipos del IRPF, éstos en territorio común quedarían entre el 12% y el 40%.
 
Como explicó el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, en una reciente entrevista en un periódico de Bilbao, los privilegios fiscales suponen que “una pareja que tenga un hijo menor de 3 años y en el que cada uno de los dos aporte una renta anual de 10.000 euros, en el País Vasco pagará 317 euros en el Impuesto sobre la Renta, mientras que en el resto de España no pagará nada”. El Gobierno vasco prefiere mimar a las empresas a través del Impuesto de Sociedades y exprimir a las personas, que no suelen mudarse por razones tributarias.
 
Algunos explican la actitud del PNV por su origen democristiano y su vinculación con el sindicato ELA-STV, punta de lanza en los ataques del abertzalismo a lo español. Sin desechar los motivos ideológicos (a fin de cuentas el PP es, aparte de español, liberal y salvaje), yo añado otro más simple. Los miles de funcionarios y el gasto público, que se derrocha por ejemplo en la llamada Acción Exterior del Gobierno vasco y su red de seudo embajadas, exigen una recaudación imparable.
 
He aquí un lema que podría usar el PP: los nuevos fueros empobrecen. Además debería de explicar las irregularidades en el servicio de Inspección de la Hacienda Foral de la Diputación de Vizcaya. Por ahora, el presidente de esta institución, José Luis Bilbao (PNV) destituyó al investigado, Juan Ramón Ibarra, el 5 de febrero, aunque mantiene que es inocente y que lo hizo por “el bien público”.
 
Ojalá que los candidatos del PP se atrevan a recalcar el mal negocio que para los vascos que no están conectados al Presupuesto supone la autonomía y que no se amedrenten por las previsibles acusaciones de que atacan la base del autogobierno. A veces pienso que éste es el nombre que en algunos lugares de España recibe el caviar.

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