Menú
Armando Añel

Persuasión y armamento

Especialistas en armamento han identificado a China como suministradora de diseño nuclear a Libia, y muy probablemente a otros Estados delicuentes por el estilo de Corea del Norte e Irán, desvela el diario The Washington Post. El periódico norteamericano asegura que la investigación, protagonizada por expertos europeos y estadounidenses, reveló que proyectos chinos entregados a Pakistán en la década de los ochenta fueron finalmente transferidos al régimen de Gaddafi a través del mercado negro –el informe cita a los investigadores mencionando documentos libios redactados en chino–. El hecho de que tras la caída de Bagdad el extravagante coronel accediera a poner bajo lupa su programa armamentístico, facilitó la obtención de los mencionados papeles.
 
Para David Albright, antiguo inspector de armas de Naciones Unidas, es muy posible que información de esta clase fuera ofrecida por Pekín a Sadam Hussein en 1990, aunque éste no habría tenido oportunidad “de cerrar un acuerdo puesto que ello sucedió poco antes de la Guerra del Golfo”. “Casi debemos concluir que la información terminó en Irán y Corea del Norte”, adicionó Albright en declaraciones a la BBC.
 
Desde hace un cuarto de siglo, arropadas por los estrategas del Intercambio Persuasivo –motor de una transición que nunca acaba de gestarse–, en China no sólo campean por sus respetos la represión y la censura: también lo hacen la proliferación nuclear y la carrera armamentística, al tiempo que la comunidad internacional, embelesada por los cantos de sirena de la apertura empresarial y el crecimiento económico, apenas consigue formular unas cuantas aisladas, raquíticas condenas. Una política consecuente con los valores occidentales, que enfrente a Pekín a nivel diplomático o comercial, ha sido vista por los gobiernos norteamericanos y europeos como una apuesta demasiado osada, teniendo en cuenta los costes que un diferendo con el país más poblado del mundo –considerado desde hace años, por añadidura, una potencia en el terreno militar– podría acarrearles. Y sin embargo, del otro lado de la cerca, la estrategia inversora ha jugado un papel poco menos que improcedente, dando pie al robustecimiento nuclear y la violación de los derechos humanos en el gigante asiático.
 
Tal vez ya es hora de que Estados Unidos reconsidere los pro y los contra de esta última política, imprimiendo un cariz más realista a las relaciones bilaterales. A la persuasión comercial implementada por Occidente, China continúa oponiendo la persuasión de su entramado atómico: las revelaciones del programa de Gaddafi demuestran que el racimo de misiles con que Pekín chantajea a Taiwán no constituye una excepción.

En Internacional

    0
    comentarios