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Alejandro A. Tagliavini

El culebrón argentino

La cesación de pagos por parte del gobierno argentino ya parece una mala telenovela. Es vergonzosa para los argentinos, pero cómica para el resto del mundo. La esposa del presidente Néstor Kirchner, senadora nacional (la hermana de Kirchner es ministra y no sé cuantos parientes más tiene en cargos públicos), viajó a Nueva York en una línea aérea comercial para que no embarguen al avión presidencial.
 
Para evitar embargos se retiraron de Nueva York las reservas del Banco Central y los fondos del Banco Nación Argentina. Ahora se pagan los sueldos de los funcionarios en el exterior vía valija diplomática. La fragata Libertad, el buque escuela de la Armada, esquiva los puertos conflictivos. En el Banco Internacional de Pagos de Basilea (BIP), donde tienen inmunidad, está el 80% de las reservas del Banco Central. A los organismos como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial se les paga en la Argentina o a través del BIP. Aerolíneas Argentinas puso a disposición un avión visto que no puede usarse el presidencial. Personalmente, no le prestaría mi bicicleta porque no me la devolvería. Pero un grupo de empresarios nacionales (ligados a contratos de obras públicas y otras prebendas estatales) apoya al gobierno en el manejo de la deuda; se trata de la típica alianza oligárquica latinoamericana: unos pocos empresarios aliados con los políticos a costa del empobrecido país.
 
Uno de los embargos se concretó en Italia contra un crédito de 75 millones de euros para el gobierno. Todo empezó a complicarse cuando el Juez Griesa de Nueva York habilitó a los acreedores privados a embargar bienes. El gobierno aseguró que "los bienes están resguardados", pero horas después un juez de Maryland dispuso una medida previa a un embargo a cuatro depósitos de las Fuerzas Armadas argentinas, por valor de 3 millones de dólares. Luego siguieron medidas similares, incluso con la residencia del embajador de Argentina en Washington. 
 
La actual estrategia de esconder los bienes trae otro problema porque "es un fraude insolventarse a propósito", advirtió un abogado de los acreedores. "Por eso vamos a pedir a Griesa que deje sin efecto las transferencias a Basilea", agregó. El mismo ministro de defensa argentino, por su parte, declaró: "Veremos cómo se maneja... los bienes están y es muy difícil ocultarlos".
 
La situación se complica aún más. El Grupo de los siete (G7) reclamó "un diálogo constructivo con sus acreedores". Declaración muy fuerte, si dejamos de lado el lenguaje diplomático, tanto que el titular del FMI, por orden del G7, citó al ministro de economía argentino a Miami para comunicarle que debe acordar con los acreedores privados o no habrá una segunda revisión del acuerdo de refinanciación, bajo el cual el gobierno argentino espera otros 3.000 millones de dólares del FMI, los cuales Kirchner necesita para cubrir los gastos de su estatismo.
 
Italia, Inglaterra y Japón siempre consideraron inadmisible la falta de acuerdo de Argentina con los acreedores privados; ahora se suma EEUU por la fuerte presión que recibió y podría sumarse Francia, molesta por el tratamiento recibido por las empresas privatizadas francesas. "Este es el tema inesperado", dijo una fuente del G7. La segunda revisión del FMI se realizará el 9 de marzo, justo cuando el gobierno argentino tiene que hacerle un pago de 3.100 millones de dólares. Kirchner dijo que si la revisión no es favorable, no le pagará al FMI. Lo cual el diario Financial Times de Londres calificó como "chantaje".
 
La excusa que el gobierno argentino da para no pagar a los acreedores privados los 84.000 millones de dólares que les debe es que entonces se afectaría el crecimiento de Argentina. Es al revés, si no ahorra recursos, bajando los gastos drásticamente, y si no vende la enorme cantidad de bienes y propiedades estatales, el país se hunde. Nuestros políticos no comprenden que engañando a la gente y dejando de pagar lo que se debe no saldremos adelante como nación.
 
© AIPE
Alejandro A. Tagliavini, miembro del Departamento de Política Económica de ESEADE (Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas).

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