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Pablo Molina

¿Es John Kerry un criminal de guerra?

Después de sus aplastantes victorias en el inicio de las primarias demócratas, el Senador John Kerry es el candidato mejor colocado para enfrentarse a Bush en las elecciones presidenciales del próximo mes de noviembre.
 
Kerry fue un héroe de la guerra de Vietnam, aspecto que el interesado está explotando hasta la extenuación en su campaña, quizá para cubrir con una capa de patriotismo primario su escasa firmeza en cuestiones relacionadas con la lucha internacional contra el terrorismo. En Vietnam se hizo acreedor de las más altas distinciones militares, lo que demuestra su coraje bélico, pero nada de eso es comparable a los ejemplos de extraordinario arrojo que jalonan su biografía civil, como el episodio del rescate de Licorice. La familia Kerry se encontraba de vacaciones y se subió a una pequeña embarcación para dar un paseo. El perro de los Kerry, en un descuido, arrojó por la borda a uno de los ocupantes del bote. Rápidamente el Senador se puso manos a la obra, rescató al náufrago e inició las maniobras de resucitación cardiopulmonar hasta que por fin consiguió traer de nuevo a la vida a Licorice, el hamster de su hija Vanessa. Vanessa y su madre relataron emocionadas el suceso, aunque hay ciertas discrepancias en el relato, pues mientras la hija afirma que su padre practicó el boca a boca al moribundo Licorice, la Sra. Kerry afirma que tan sólo le practicó un enérgico, suponemos que no mucho, masaje cardíaco.
 
Así pues, la condición de héroe del Senador Kerry queda fuera de toda duda. Pero lo que mucha gente desconoce es que tras la guerra, como dice John Perazzo, Kerry se convirtió en una figura clave en los primeros años 70 del movimiento anti-Americano y pro-Hanoi personificado en Jane Fonda. De la mano de su amiga Jane, Kerry era uno de los fijos en las manifestaciones pacifistas que con gran abundancia de banderas de Cuba, China, la URSS o Vietnam del Norte organizaba la Fonda, también conocida como Hanoi Jane por su famosa visita a la capital norvietnamita en plena guerra. Y con el fin de que una información tan sustancial no pase inadvertida a los votantes, el pasado día 23 nació una interesantísima web que recoge el corpus del pensamiento político kerryano en materia de política internacional. Progresismo a raudales.
 
El 31 de enero de 1971, miembros de la organización Veteranos de Vietnam contra la Guerra (VVAW) se reunieron en un hotel de Detroit para documentar los crímenes de guerra en los que habían participado o de los que habían sido testigos durante su estancia en la guerra de Vietnam. En los tres días siguientes, más de 100 veteranos de Vietnam y 16 civiles dieron un angustiado y emotivo testimonio describiendo cientos de atrocidades contra civiles inocentes en Vietnam del Sur, incluyendo violaciones, incendios provocados, torturas, asesinatos y bombardeos de aldeas enteras con napalm. Los testigos declararon que esos actos habían sido cometidos de forma rutinaria, siguiendo órdenes como un asunto de política.
 
En abril, los de la VVAW tomaron Washington en una protesta de una semana de duración. En la cumbre de la protesta, el portavoz John Kerry fue primero a la Comisión del Senado para Relaciones Exteriores, a acusar a los militares de los Estados Unidos de cometer un número masivo de crímenes de guerra en Vietnam. La aparición lanzó la carrera política de Kerry. Las acusaciones que hizo horrorizaron a la nación, cambiaron el curso de una guerra y mancharon la reputación del ejército americano durante décadas.
 
La mayor parte del informe que ofrece esta web procede del libro “El Nuevo Soldado”, autorizado por el propio Kerry, que curiosamente resulta inencontrable desde que se inició la actual carrera electoral. Los redactores de la web tuvieron que pagar más de 400 dólares para hacerse con un ejemplar, lo que no resulta extraño si tenemos en cuenta las cosas que Kerry decía en él:
 
Hubo toda clase de atrocidades y yo diría que sí, sí, yo cometí la misma clase de atrocidades que miles de otros soldados han cometido. Yo tomé parte en el acribillamiento de zonas libres de fuego. He dirigido operaciones de acoso con fuego a discreción. He tomado parte en misiones de búsqueda y destrucción, en el incendio de aldeas. Todo ello es contrario a las leyes de la guerra, todo ello es contrario a la Convención de Ginebra y todo ello ha sido un asunto de política establecido por escrito por el gobierno de los Estados Unidos. Esto lleva a que en algunos weblogs se pregunten, con toda razón, si esto no es una autoinculpación como criminal de guerra en toda regla.
 
Pero faltaba el colofón a esta impactante catarsis emocional, así que ni corto ni perezoso, Kerry renunció a las medallas obtenidas en la guerra del Vietnam de una forma típicamente progresista: arrojándolas al suelo, junto con otros muchos activistas, en una manifestación masiva frente al Capitolio. Sin embargo, los periodistas advirtieron que “años más tarde, después de su elección para el Senado, las medallas de Kerry habían vuelto a su sitio en la pared de su despacho oficial. Cuando se lo hicieron notar, Kerry admitió que las medallas que tiró al suelo aquel día no eran suyas”.
 
Como dice Joel Mowbray, los votantes tienen abundantes versiones de Kerry para elegir: el simpatizante comunista que alegremente difamó a América y a millones de soldados americanos, el héroe de guerra demasiado cobarde para tirar al suelo sus propias medallas o el activista anti-bélico impaciente por proclamar que había cometido crímenes de guerra.

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