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Alberto Míguez

USA y Francia pactan sobre la cabeza de Aristide

Aunque sólo haya servido para eso, que no es mucho, el ex salesiano Jean-Bertrand Aristide habrá facilitado que Estados Unidos y Francia actúen coordinadamente por primera vez desde hace bastantes meses para echarlo del palacio presidencial de Puerto Príncipe, un edificio blanco estilo "tarte à la créme" por donde vaga el fantasma del Dr. Duvalier, alias Papá-Doc, experto en vudú y quiromancia.
 
Los embajadores de ambos países ante el Consejo de Seguridad de la ONU se reunieron a puerta cerrada en Nueva York y, tras una hora de "consultas", decidieron sugerirle al dictador haitiano que dejara cuanto antes el poder para evitar así una matanza indiscriminada en su pobre y desvalijado país. Así pues, a partir de ahora Aristide no está muerto, simplemente está mal enterrado.
 
Los embajadores argumentaron algo que todo el mundo sabía pero que nadie se atrevía a decir: enviar ahora una fuerza de interposición o de paz equivaldría a eternizar la guerra civil que ensangrienta casi todo el territorio. De paso, también salvaría a Aristide, a quien parecen haber abandonado todos, incluidas las bandas de delincuentes (los temibles "chiméres") que utilizó para acabar con sus adversarios. Ni siquiera la Policía parece responder a las órdenes del ex teólogo de la liberación reconvertido en traficante de droga y tirano caribeño.
 
Sin el apoyo de la ex metrópoli (Francia) y del ex protector (Estados Unidos) a "Titid", como le conocían sus entusiastas seguidores cuando predicaba en "Cité Soleil" –la terrible villa miseria de Puerto Príncipe–, le quedan pocos días u horas en el palacio presidencial. Eso explicaría el chiste que circula por Puerto Príncipe: "Los rebeldes del 'Ejército Caníbal' le han dicho a 'Titid' que entregue las llaves del palacio cuanto antes y que, si no, ellos irán a buscarlas, pero 'Titid' no las encuentra".
 
Todavía no han llegado los caníbales al Campo de Marte, que se extiende en las proximidades del palacio presidencial, pero se les espera. El país vive ambiente de fin de reino. La suerte del ex padre Aristide está echada. Sólo falta que un helicóptero de la Cruz Roja vaya a buscarlo camino del exilio. Puede escoger entre Miami y Paris.

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