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Preguntado por La Vanguardia acerca del PP, vierte Carod: “Me parece una indecencia ética y un falseamiento de la historia que los últimos que han llegado a la democracia y a la libertad se quieran convertir en sus paladines, máxime cuando nunca han condenado las atrocidades de la dictadura franquista”. Si pusiera un poquito de voluntad, hasta él entendería que la democracia española procede del suicidio del régimen a la muerte de Franco, que la transición la pilotaron los franquistas. Que el PP es un partido nacido en democracia que cuenta con innumerables votantes, militantes y cargos procedentes de la izquierda. Que identificar al electorado del PP con el franquismo sociológico es ignorar su masiva presencia en otras opciones, como el voto socialista o el convergente. Que puestos a condenar, habría que hacer otro tanto con el Frente Popular.
 
Los que no han llegado nunca del todo a la democracia y a la libertad son los separatistas de Esquerra, con unas siglas ligadas a la traición a la república, al golpe de estado, a las patrullas paramilitares y, más recientemente, a la afición por reventar los actos públicos de los populares en Cataluña, al señalamiento de personas con nombres y apellidos, a los insultos, amenazas y alguna cosa más en las celebraciones del once de septiembre. Por fin, la negociación con ETA de una tregua parcial aclara su índole: su reforzamiento de la estrategia terrorista sólo le escapa involuntariamente a los lerdos y, voluntariamente, a los filoterroristas.
 
A la pregunta de “por qué no se planteó abrir un paréntesis en su actividad política”, depone Carod: “Si no lo consiguió el general Franco, no lo conseguirá el PP”. Si no fuera un personaje siniestro cuyo círculo califica a los populares de bacterias malignas, este hombre podría competir con Chiquito de la Calzada. Pero no hay chiste sino grotesca megalomanía. Arañará con ello más de un voto joven, dado el conocimiento de la historia de España que puede exhibir un catalán de dieciocho años. Ya se sabe, a Franco le quitaban el sueño el Campesino, la Pasionaria y Carod, que luego se fueron juntos a Rusia. El frío lo ha mantenido joven, pero andará por los noventa y tantos.
 
La gente se le acerca -arroja en un momento de autoconmiseración- y, muchos en castellano, le dicen: “No sabe cómo hemos sufrido con usted”. Totalmente de acuerdo con los espontáneos. No sabe cuánto estamos sufriendo con él. Por su culpa, quiero decir. Por fin se viene arriba y expele algo sobre el “fracaso del modelo económico” del PP. Hombre, hasta la demagogia tiene un límite. ¿Qué fracaso? Si llega a triunfar, entramos en el G8 pero por arriba, desplazando a EEUU. El entrevistador destila un respeto imponente. Quién no se lo va a tener. Verse frente a frente con el único interlocutor privilegiado de Ternera ha de impresionar.

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