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El psicoanalista y escritor argentino Jorge Bucay dijo: “La palabra que es la raíz de todos los males de la humanidad es ‘competir’. Pero si le sacas el ‘pe’ y pones un ‘par’, la rivalidad, la agresión y la violencia se acabarán por muerte natural”. Esto prueba una vez más que los argentinos somos como el río de la Plata: más vistosos que profundos.
           
Identificar la competencia con la agresión brota de la incomprensión acerca del comercio, que es una relación pacífica y creadora de riqueza para todos los transactores. Compartir las cosas está bien y todos lo hacemos. Pero si mañana sólo nos limitáramos a compartir, si no comerciáramos en competencia, la mayoría de la humanidad moriría de hambre y sed. Obsérvese que competir no es el sálvese quien pueda sino la rivalidad con reglas, empezando por la propiedad privada, que es precondición del comercio competitivo, que florece con libertad, justicia y paz.
           
Que el doctor Bucay piense en el pasado, en los numerosos ejemplos de comunidades que compartían más que competían, y comprobará que no eran menos agresivas y violentas que las comunidades que comerciaban en competencia. Que piense en los regímenes más agresivos, en el fascismo, el estalinismo y los fundamentalismos religiosos, que piense en los terroristas más brutales que han brotado de esos sistemas monstruosos, y comprobará que recelan de la libre competencia y apoyan bellos ideales sin viles comercios competitivos y donde todos comparten.
 
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