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Federico Jiménez Losantos

La generación de Libertad Digital

En estos cuatro años de Libertad Digital, nos han sorprendido muchas cosas, pero la fundamental, la que resulta un auténtico regalo del cielo por no haberlo esperado nunca, es que en torno a sus páginas está naciendo una auténtica generación de liberales españoles, jovencísimos en su mayoría pero muchos de los cuales colaboran ya en sus páginas y constituyen la parte sustancial y menos perecedera del proyecto que nació en marzo del año 2000. Sabíamos entonces lo que no queríamos: que la catastrófica política del PP en los medios de comunicación (Zarzalejos acababa de echarme por segunda vez del ABC, por una columna criticando los ditirambos al poeta y chequista Rafael Alberti) acabara liquidando hasta el último vestigio de la derecha liberal. No sospechábamos lo que nos íbamos a encontrar. Sabíamos contra qué, no contra quiénes, creábamos este modesto medio de comunicación cuyo norte declarado era defender la causa de España y de la libertad, para nosotros una sola. Lo que no sabíamos ni podíamos sospechar es que nos íbamos a encontrar en tan poco tiempo con tanta y tan extraordinaria compañía.
 
Libertad Digital es hoy un medio de referencia obligado de la derecha ilustrada y también de la izquierda interesada en saber lo que piensa la derecha. La derecha que piensa, naturalmente. Y a nadie hemos apoyado tanto en estos cuatro años como al propio Aznar, el mismo que nos desesperó hasta el punto de inventarnos un periódico virtual. Pero también la opinión que se identificaba con el Gobierno del PP en los días aciagos del “Prestige” y, sobre todo, del intento de golpe de Estado de la Izquierda con la excusa de la Guerra de Irak ha encontrado en Libertad Digital la información y, sobre todo, la opinión que echaba en falta en casi todos los demás medios. Muy especialmente los jóvenes, acostumbrados a seguir la actualidad política por Internet. Así que, por esas paradojas de la vida y de la libertad, Libertad Digital, que nació como un acto de rebeldía contra la política antiliberal de Aznar en materia de medios de comunicación, ha acabado ayudando a Aznar –también a Rajoy– cuando se quedó prácticamente solo. A cambio, fue también elegido como su medio favorito de información y opinión por muchos miles de jóvenes que se identificaban con la política nacional e internacional del PP y que se niegan a comulgar con las ruedas de molino de la izquierda y del separatismo.
 
Seguimos defendiendo lo mismo que el primer día, pero nos sigue más gente de la que nunca pudimos soñar. Aunque sólo fuera para darnos ánimo y mantener nuestros principios, seguiríamos haciendo este periódico. Pero si hoy Libertad Digital es, según el medidor Alexa, el primer periódico en lengua española exclusivamente on-line, sin respaldo de ningún diario de papel o empresa multimedia, es porque hemos tenido en estos cuatro años el respaldo fiel de nuestros anunciantes y porque hemos disfrutado de la abnegación de una redacción jovencísima, identificada con el proyecto hasta extremos económicamente heroicos, y de unos colaboradores no siempre párvulos pero casi siempre inéditos que hacen un periódico en el que el que el editor nunca sabe qué va a leer, pero sí sabe que le va a gustar. Alberto Recarte ha conseguido que esto sea una empresa que en tres años ya no pierde dinero y Javier Rubio que sea un periódico y lo parezca. Modesto, voluntariamente limitado a las noticias y la opinión, pero libre de verdad y verdaderamente liberal. Cuando dentro de unos años empiece a verse y a estudiarse la generación de intelectuales que Libertad Digital está congregando y aportando a la derecha española y a la vida nacional estaremos incluso más orgullosos que ahora. Pero, sinceramente, no mucho más. Gracias, gracias, gracias, gracias. 

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