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Pablo Molina

Bush y ZP unidos por el déficit

La flamante doctrina Blanco sobre el carácter eminentemente absurdo del equilibrio de las cuentas públicas y su crítica severa a este dogmatismo injustificado propio de la era Aznar, tiene un precedente cercano, como D. José muy bien ignora, en la reciente política norteamericana de la administración Bush. Los centros de pensamiento liberal más prestigiosos llevan tiempo avisando de las terribles consecuencias que el aumento del déficit público tiene para la economía americana, y esta semana dan otra vez la voz de alarma ante la nueva petición de fondos de los republicanos.
 
El Congreso aprobó por estrecho margen una resolución para aumentar en 2.4 billones de dólares el presupuesto, que haría aún más severo el incremento del gasto público –y menos difícil reducir impuestos- en el año fiscal que comienza el próximo 1 de octubre. Los republicanos justifican esta medida, que fue aprobada por 215 votos a favor y 212 en contra, como una cuidadosa mezcla de incremento del gasto para el ejército y la seguridad nacional, y la consecuencia del recorte o la congelación en muchas otras áreas. Y se continuarían reduciendo impuestos para estimular la economía.
 
En el blog del Mises Institute insisten en su crítica: aquellos que quieren recortar el tamaño y el alcance del gobierno deberían estar preocupados y frustrados con las políticas del presidente George Bush y del Congreso controlado por los republicanos. El gasto estatal ha crecido enormemente y el presupuesto federal se hunde cada vez más en el déficit. El proteccionismo, la regulación y el poder del gobierno van en aumento, y además estamos en guerra o en conflicto con un número record de países alrededor del mundo. La Reserva Federal, controlada por los republicanos, ha colocado los tipos de interés por debajo del 1% mientras frenéticamente se intenta inundar la economía con dinero y créditos. (...) El Partido Republicano se creó como el partido del gobierno desmesurado y la intervención económica. Su reputación como un partido por el gobierno limitado es de muy reciente cosecha. Otra coincidencia más con nuestro PSOE. Preocupante.
 
Thomas Sowell, cuyos artículos en la web son un referente liberal insoslayable, ofrece por su parte unas cuantas recetas de su hipotético partido político si estuviera en el poder. Un eslogan muy positivo podría ser “radicalismo conservador”. Es decir, mi política estaría basada en valores tradicionales para hacer cambios radicales en orden a restaurar o elevar esos valores. (...) Los subsidios del gobierno serían reducidos drásticamente, empezando por arriba. Esto es, habría una prohibición legal de obtener ni un sólo céntimo del dinero del gobierno a todos aquellos cuyos ingresos anuales o patrimonio excedieran los mil millones de dólares. ¿Por qué tienen que entregarse subsidios de agricultura a millonarios como Ted Turner o David Rockefeller, o pagar sus medicinas a través del sistema universal de salud?. (...) En el momento en que redujéramos hasta eliminarlos todos los subsidios gubernamentales a la gente con ingresos de más de 100.000 $ anuales, el presupuesto federal quedaría no solamente equilibrado, sino con superávit. Por supuesto tendríamos hordas de burócratas desempleados siendo entrevistados constantemente en TV, afirmando que el mundo se encaminaría hacia su cataclismo final sin su vital contribución. Pero rechazaríamos sus argumentos. ¿Incluso si un destacamento de cineastas del sur de Europa desembarcara en las costas norteamericanas para hacer una serie de documentales demostrando de forma incuestionable que “hay motivo”? Qué optimista es este Sowell.
 
Haya o no “motivo”, lo que sí hay en Norteamérica es un margen para la esperanza. Y si no vean lo que hacen algunos políticos en aquellos lares. Por sexto año consecutivo, el congresista Ron Paul ha devuelto a los contribuyentes una porción sustancial del presupuesto anual de su oficina. Los informes preliminares de la Oficina de Finanzas del Congreso, indican que el gabinete de Paul tenía aproximadamente 210.000$ en su cuenta operativa a final de 2003, lo que representa más del 20% en el presupuesto anual de su oficina. En contraste, casi todos los departamentos, agencias y programas federales han gastado hasta el último centavo (incluso más) de sus presupuestos anuales.
 
Bush justifica el déficit público norteamericano con que su país se enfrenta a una guerra contra el terrorismo internacional (cada vez más en solitario, todo hay que decirlo), lo que exige un esfuerzo presupuestario notable. En España, gracias a Zapatero esa amenaza ya no existe, pero el país se enfrenta a otros peligros igual de graves como la asignatura de religión, terrible, la indigencia económica en la que está sumido desde hace ocho años nuestro proletariado cultural o la no menos amenazante Ley de Calidad de la Enseñanza del PP, lo que justifica más que sobradamente el desbarajuste de cuentas públicas que el PSOE nos va a recetar en los primeros años de la legislatura. Pero no se alarmen. Gracias a la solvencia de estadistas de la talla de D. José Blanco y de economistas con la acrisolada experiencia de D. Pedro Solbes, este pequeño desastre deficitario quedará perfectamente solucionado al final de la legislatura. Sólo les falta prometer 800.000 millones de superávit para esa fecha y todo volverá a ser como antes. Como siempre. Como debe ser.

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