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El escritor Juan Goytisolo aseguró: “La lucidez no vale gran cosa frente a las leyes del cruel dios mercado”. Un artículo en el dominical de El País sostuvo que los bisontes ahora se extienden, pero “estuvieron a punto de extinguirse por una caza salvaje”.
 
Lo de Goytisolo es propio del narcisismo de los intelectuales, siempre dispuestos a creer que la gente es idiota, y en el mercado elige mal. Pero lo que les molesta en realidad es que elija libremente: eso es “cruel”. En cambio, cuando no impera el “dios mercado”, es decir, cuando la política obliga a la gente a hacer las cosas, eso no es cruel sino amable y lúcido.
 
El reportaje de El País también transmitió la idea de que la gente hace las cosas mal, por ejemplo, la “caza salvaje” de los búfalos. Ni una sola línea dedicó este diario, presuntamente lúcido y progresista, a preguntarse por qué sucedió eso, por qué los bisontes fueron cazados, y casi desaparecieron, mientras que los toros y las vacas se multiplicaron pacíficamente y convirtieron a la ganadería norteamericana en una de las más importantes del mundo. La respuesta es bien conocida: los bisontes no eran propiedad de nadie. Por eso Búfalo Bill era un héroe, pero si se le hubiera ocurrido dispararle a una sola vaca habría dado con sus huesos en la cárcel. Ahora que los bisontes pueden ser apropiados están salvados. La propiedad privada y su consecuencia, el comercio y el mercado, han impedido que una especie se extinga. Sería, empero, mucho pedir que El País lo admitiera.
 
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