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Agapito Maestre

Discurso postmoderno

Excepto en los asuntos económicos, desacertado ha estado Zaplana al descalificar el discurso de investidura de Zapatero por “absolutamente vacío” e inconcreto”. Por el contrario, todo el discurso ha estado repleto de palabras como diálogo y consenso, ha hecho guiños a sus votantes, e incluso ha anunciado medidas inmediatas para suspender la Ley de la Calidad de la Enseñanza del Gobierno del PP. En fin, quizá no haya grandes novedades en la intervención de Rodríguez Zapatero, pero cosas sí que ha dicho, aunque otras muchas se haya guardado, que deben ser analizadas urgentemente para que nadie se engañe sobre el tipo de “gobernabilidad” que se abre en la nueva legislatura.
 
Lejos de mí pasar revista a los cinco apartados del discurso de Rodríguez Zapatero. Menos aún tengo la intención de hallar contradicciones, que las hay, en una exposición de más de una hora. Tampoco puede despacharse la perorata diciendo que no ha entrado en los asuntos más importantes de nuestro país. Nada de eso es para mi tan urgente como apuntar un asunto que se desprende de todo el discurso de Zapatero, a saber, el Gobierno de España tiene miedo a tomar decisiones. Es como si quiera gobernar por delegación de lo que se “decide”, o exige, en ámbitos ajenos al Gobierno de la nación.
 
Este discurso inaugura una forma de hacer política más postmoderna que socialista, más nihilista que dirigista, más populista y demagógica que sectaria. Todos recibirán algunas migajas. Rodríguez Zapatero no ha abusado de la ideología, parece que toda ella se la ha dejado para uso y disfrute de Pérez Rubalcaba, sino de la adulación al “pueblo”. Dar gusto a todo el que pida algo, aunque ese algo sea tan trágico como la escisión de España, es la obsesión de Rodríguez Zapatero. Con tal de que venga avalado por mayorías el Gobierno aceptará todo lo que se le pida. Se trata de dar satisfacción a todos, sin que nadie, y menos el Gobierno, requiera esfuerzo alguno del “pueblo” o las “Comunidades Autónomas”... Rodríguez Zapatero ha inaugurado hoy un nuevo tipo de discurso, que podemos llamar, a falta de mejor nombre, postmoderno no tanto por la vacuidad de los contenidos como por la renuncia a tomar genuinas decisiones políticas que procedan del legítimo Gobierno de la nación. La reforma de la Constitución y de los Estatutos, por poner sólo dos ejemplos inquietantes para el futuro de España como nación, sólo se llevarán a cabo bajo un previo Informe del Consejo de Estado y que sean aprobados por las mayorías de los parlamentos autonómicos respectivamente. Por no decir nada de que la generosidad del Gobierno para crear Comisiones, casi para todos los asuntos del Estado, es otra forma de retrasar la decisión, o mejor, de no tomar decisiones.

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