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Qué bonito. "Piloto de tormentas". De forma tan poética definió Jorge Alberto Valdano a Carlos Queiroz en El Tirachinas del jueves. ¡Cómo se nota que el director deportivo del Real Madrid es un tipo muy leído!... Igualito que Walt Whitman. "¡Oh, Capitán! ¡Mi Capitán! Terminó nuestro espantoso viaje, el navío ha salvado todos los escollos, hemos ganado el premio codiciado". O, como en el caso que nos ocupa, "¡Oh, piloto de tormentas! ¡Mi piloto de tormentas! Levántate y escucha las campanas; levántate, para ti flamea la bandera, para ti suena el clarín". El caso es que aquí ramilletes y guirnaldas engalanadas hay más bien pocos, y si la multitud se agolpó por algo el otro día en Las Rozas no fue precisamente para volver sus rostros anhelantes hacia Queiroz y sus jugadores sino para acusarles -pancartas mediante- de tener justamente eso, demasiado rostro.
 
De ahí justamente que Valdanágorascopyright de Federico Jiménez Losantos– se llevara a su "piloto de tormentas" (porque es suyo, él lo recomendó para el puesto, él aconsejó la sustitución de Vicente del Bosque para dar un nuevo impulso al "proyecto") hasta Murcia. El tiempo no acompaña en esta concentración de "churro-media manga-La Manga entera", y por eso, en tono jocoso, Valdano les dijo a los periodistas hasta allí desplazados que él no tenía la culpa de que hiciera tan mal tiempo. Tiene razón si a lo que se refirió fue al mal tiempo climatológico; pero sí es responsable, por acción u omisión, de la tormenta deportiva que vive en estos momentos el equipo.
 
Fue él quien optó por el conocido "llámame gorrión y dame alpiste", y a él habrá que achacarle ahora, en justa correspondencia, los malos resultados de esa filosofía deportiva ciertamente interesada. Florentino Pérez pensará, como lo haría yo si estuviera en su caso, que la lírica de su director deportivo (trescientos "kilos" al año) le habrá salido muy cara si, al final –con Ronaldo, Raúl, Beckham, Figo, Casillas y Zidane entre otros–, el Real Madrid no consigue este año ninguno de los títulos en juego. Pero la temporada aún no ha concluido, y el presidente madridista hará bien en esperar que no lo haga como el poema de Whitman: "Mi Capitán no responde, sus labios están pálidos e inmóviles (...) Yace frío y muerto".

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