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Los padres de la estrategia clásica postularon que un fuerte militar, símbolo del aislamiento, lejos de proteger, expone a un riesgo mayor. Y al aislamiento de España conduce directamente la decisión con la que ZP se ha estrenado como presidente. Este punto crucial no ha escapado a la lupa del Wall Street Journal, que no lo reputa un efecto indeseado sino consciente y deliberado.
 
La primera consecuencia del error será la escasez del recurso crítico en la toma de decisiones, de la materia prima de las mismas: la información. El alejamiento de los centros de poder reduce considerablemente, en cantidad y en calidad, el flujo de información del exterior, indispensable para comprender situaciones complejas, con múltiples agentes interactuando en defensa de intereses plurales y no siempre evidentes.
 
Una vez aislados, como ya estamos, careceremos de los datos oportunos y fiables que el gobierno necesita para hacer frente al terrorismo y al antojadizo anexionismo de Marruecos. País amigo, país hermano, pero, ¿cómo olvidar la marcha verde de anteayer, el Perejil de ayer, la insostenible riada humana con que por acción u omisión nos agasaja? ¿Cómo ignorar que con menos de medio siglo de independencia invoque derechos sobre territorios que llevan quinientos años en España? Cuando el primo o sobrino –ya no sé- de nuestro rey se despierte con ganas de jaleo, Francia no moverá un dedo (o lo moverá para enseñarnos la salida de África), la OTAN recordará que su tratado no cubre el Magreb y los EEUU se preguntarán cuál de sus dos aliados es más leal. ¿Qué cree el lector que se responderán?
 
De Francia va a proceder a partir de ahora la información necesaria para la toma de decisiones estratégicas del gobierno español. De Francia y del CNI, es decir, de Francia. Pero, ¿ha reparado ZP en que nuestro vecino del norte lleva meses haciendo lo contrario de lo que a él le aplaude? Chirac calculó mal su capacidad de influencia en el mundo, no comprendió el cambio de paradigma en la seguridad internacional y midió rematadamente mal a George Bush. Su intento de liderar una Europa desafiante y dispuesta a bloquear una actuación que los EEUU consideraban vital, fue abortado por Aznar. Hoy, diga lo que diga la escorada prensa española, casi toda la UE está con Bush mientras Chirac trabaja para hacerse perdonar, aproximarse a la coalición e implicarse en la solución del conflicto iraquí. El de León es un regalo que le ha caído del cielo porque le sustituye en el papel de gran traidor.
 
De este amigo taimado se nutrirá principalmente nuestra inteligencia, que procesará la basurita manipulada en París y la enviará cómodamente empaquetada a la Moncloa en informes de tres páginas. Aislarse significa cortar fuentes de información veraces, primarias y puntuales. Eso es lo primero que ZP, a la velocidad del rayo, ha hecho con España. Un lince.

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