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Emilio J. González

La hora de los beneficios

Pocas personas podrán cuestionar que, en lo que va de año, la Bolsa ha tenido un buen comportamiento. Después de un ejercicio como el pasado, en el que el Ibex registró una ganancia del 28%, parecía que no quedaban muchas fuerzas, o sea, dinero, para que en 2004 el índice selectivo del mercado español subiera más allá de la cota de los 8.200 ó 8.300 puntos. Sin embargo, esos niveles se han alcanzado ya en abril y, por ahora, los únicos síntomas que presentan las cotizaciones son los de la necesidad de tomarse un descanso para reiniciar más adelante un nuevo alza que podría llevar al Ibex al finalizar diciembre al entorno de los 8.700 puntos. Eso es lo que piensan ahora los analistas que antes decían que, en estos doce meses, a la Bolsa le costaría ir más allá de una ganancia anual del 5%.
 
No obstante, estamos en plena recuperación económica, y eso se nota en la marcha de la Bolsa. Esta misma semana hemos tenido dos de las pruebas más palpables de que las cotizaciones se mueven a golpe de reactivación de la actividad productiva. La primera de ellas tuvo lugar el martes y el miércoles. En ambas sesiones, los principales índices bursátiles del mundo, Ibex incluido, cerraron en rojo después de que se publicaran en Estados Unidos buenos datos económicos que hablaban de aceleración del crecimiento. No; no es ninguna contradicción sino algo con una lógica aplastante. El creciente dinamismo económico supone que, en cualquier momento, pueden aparecer las tensiones inflacionistas, sobre todo con un petróleo mucho más caro de lo que se preveía el pasado otoño y con un precio del barril en torno a 34 dólares que supera con creces el techo de 28 dólares de la banda de fluctuación que la OPEP estableció en 2000. Por consiguiente, la Bolsa empezó a descontar que la mejoría de la situación económica va a traducirse en no mucho tiempo en una subida de los tipos de interés norteamericanos y, como es lógico, se anticiparon a ello ajustando los precios de las acciones al escenario de tipos que prevén para los próximos meses. Y por si no bastaran las estimaciones de los analistas al respecto, el presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, sugirió en esos días que la Fed podría endurecer su política monetaria. Los mercados de valores no necesitaron oír nada más... por el momento.
 
El jueves, sin embargo, el panorama cambió de manera radical. En las dos sesiones anteriores la Bolsa ya se había adaptado a la posibilidad de que, en unos meses, los tipos de interés estadounidenses estuvieran por encima del 1% actual, así es que el mercado empezó a fijarse en lo que tiene que observar: los beneficios empresariales. Entonces se dio cuenta que el 70% de las empresas del Standard & Poor’s 500 habían presentado unos resultados mejores de lo previsto, que el crecimiento de las ganancias de las empresas era fuerte y sostenible, que el crecimiento económico se estaba acelerando, y respondieron en consecuencia, en forma de la segunda mayor subida de Wall Street en lo que va de un año que, como comentaba en enero, podría ser bastante mejor de lo que habían previsto los expertos.
 
Con este telón de fondo, la Bolsa española presenta buena cara. El parqué madrileño ha superado bastante bien el trauma de los brutales atentados del 11-M y las incertidumbres suscitadas por la inesperada victoria de los socialistas en las urnas cuatro días después. El viernes, el Ibex 35 cerró en los 8.343 puntos y está a la espera de conocer los resultados de la mayoría de las empresas que forman parte de él correspondientes al primer trimestre de 2004. Mientras tanto, ni sube ni baja. Pero si los beneficios sorprenden al mercado, antes del verano podemos ver el asalto definitivo a la resistencia de los 8.400 puntos. Y puede ocurrir. Las empresas, por supuesto, notan la mejora económica dentro y fuera de nuestro país que está impulsando Estados Unidos. Esto está cotizando al alza en toda la Unión Europea. Pero en el caso español hay dos hechos diferenciales que pueden seguir animando las compras y, en consecuencia, las alzas. El primero de ellos es que todos los informes de las casas de Bolsa internacionales referentes a la situación de la UE destacan el estancamiento del centro –Francia y Alemania– y la vitalidad de la periferia –Irlanda y España-, es decir, los que han hecho los deberes gozan de buena salud económica y los que no los han hecho se encuentran en un estado delicado. El segundo es aún más particular. Se trata del juego de las divisas. En los últimos trimestres, la enorme debilidad del dólar frente al euro se ha dejado sentir en las cuentas de resultados de las empresas en forma de caída de los ingresos en euros. Esto ha sido especialmente significativo en las compañías con intereses en Latinoamérica, que son muchas y muy importantes. Ahora, en cambio, la recuperación norteamericana ha devuelto el interés de los inversores europeos por la Bolsa estadounidense, con lo que el dinero está volviendo a cruzar el Atlántico para desembarcar en Wall Street. De esta manera, el dólar está recuperando con rapidez parte de las posiciones perdidas frente al euro, lo que se notará en las cuenta de resultados de las empresas y animará nuevas subidas.
 
En resumen, para la Bolsa ha llegado el momento de estar pendientes de los beneficios que, si como se espera, dan sorpresas positivas a los inversores, impulsarán nuevas ganancias de las cotizaciones. Y las sorpresas pueden darse, y bastante.

En Libre Mercado

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